Cincuenta gendarmes investigaban ayer la muerte a puñaladas del niño Valentin Crémault, de 11 años, hallado muerto el lunes a medianoche en una calle solitaria de Lagnieu, una localidad de 6.000 habitantes situada a unos 50 kilómetros al norte de Lyón. Valentin presentaba 44 heridas de arma blanca, 14 en el tórax (tres de una profundidad de 10 centímetros), otras tantas en el cuello y una decena en los brazos, lo que indica que intentó defenderse.

El menor pasaba unos días en casa del nuevo compañero de su madre, Veronique, que está en trámites de separación de su marido y padre del niño, Jean-Pierre, aunque ambos viven todavía juntos en Porcieu-Amblagnieu, a una docena de kilómetros de Lagnieu. Las dos localidades están conmocionadas por el suceso. "No se habla del caso, es demasiado fuerte", declaró un vecino.

El lunes por la noche, a las 23.30 horas, Valentin se presentó en casa de un vecino, Philippe Arrachart, donde se celebraba una barbacoa y le pidió la bicicleta para dar una vuelta. Minutos después, el compañero de la madre de Valentin fue a buscarlo y, aprovechando una discusión, el niño cogió de nuevo la bicicleta. Al ver que no regresaba, varias personas salieron en su búsqueda. El cuerpo fue hallado por Arrachart a pocos metros de su casa.

Las asistencias creyeron que había sido atacado por un perro, pero el forense determinó que la causa de la muerte fueron múltiples puñaladas con un objeto cortante que aún no ha sido encontrado. Según el fiscal, Valentin no murió inmediatamente y pudo recorrer unos 15 metros antes de morir.