Olot recordará el 2010 como uno de los años más negros de su historia. La ciudad gerundense, conmocionada aún por los envenenamientos de ancianos en un geriátrico, vuelve a estar hoy de actualidad por el brutal asesinato de cuatro personas a sangre fría, que pudieron haber sido cinco si el asesino hubiera logrado encontrar a otra a la que buscaba, según se desprende de las inconexas declaraciones que hizo durante la reconstrucción de los crímenes. Si en el caso del celador del geriátrico el móvil esgrimido fue la supuesta compasión por el sufrimiento de los ancianos, el detonante del tiroteo de ayer obedece a las penurias económicas por las que atravesaba un albañil que había perdido su trabajo --iba a ser despedido en breve-- y llevaba cinco meses sin cobrar debido a la crisis económica.

"O te vas o te mato". Esta frase es la única que uno de los aterrorizados testigos de los asesinatos escuchó de los labios de Pere Puig Puntí, el vecino de Sant Esteve d´en Bas de 57 años que acabó sin miramientos con la vida de cuatro personas: los dueños de la empresa en que trabajaba y dos empleados de una oficina bancaria.

Ayer por la tarde, durante la reconstrucción de la masacre, Puig reconoció los hechos aunque, a las preguntas de por qué lo hizo, solo respondió frases inconexas en las que hablaba de una deuda. Además de no especificar de qué se trataba, en ocasiones decía que no era suya, y en otras que no podía afrontarla. Esta confusión llevó a los Mossos a aplazar a mañana el pase a disposición judicial, para poder interrogarle hoy. En esa declaración fue cuando Puig indicó que buscaba a otra persona para matarla, y que se había sentido despreciado por sus jefes.

A BOCAJARRO Las primeras sospechas apuntan a que Puig tenía contraída una deuda con la entidad bancaria a la que no podía hacer frente porque su empresa no le pagaba. Como venganza, mató a unos y a otros. Introvertido, solitario, amante de las armas y de la caza, el Tres Pes, como le llamaban algunos conocidos, entró a las nueve de la mañana de ayer en el restaurante bar La Cuina de l´Anna, en La Canya, un núcleo de Sant Joan Les Fonts muy próximo a Olot. Sin mediar palabra, disparó a bocajarro con su escopeta sobre Josep Tubert, de unos 60 años, y su hijo Angel, de 35, propietarios de la empresa en la que Puig trabajaba. Ambos estaban desayunando, y con ellos había otro individuo que quedó empapado de sangre. "Hace poco se había comprado una escopeta de calibre magnum 12 milímetros. Una auténtica burrada", explicó Jaume, compañero de caza.

"Hacía tiempo que nos comentaba que los Tubert no le pagaban porque tenían problemas económicos, pero nunca le oímos amenazar. Pere es un tío raro, le gusta disfrazarse de sheriff y va a la suya", dijo Jaume.

TALON SIN FONDOS Después, Puig salió del bar, subió a su Suzuki azul y se dirigió a Olot. Allí aparcó ante la sucursal de la Caja de Ahorros del Mediterráneo de la calle de Mulleras. Entró en la oficina y ahuyentó a una mujer que sacaba dinero del cajero. Acto seguido disparó sobre el subdirector de la sucursal, Rafael Turró, de 46 años, y contra la empleada Anna Pujol, de 52 años. Un tercer trabajador se salvó, pues el agresor no lo vio. Fuentes próximas al caso explicaron que el ataque se produjo un día después de que Puig intentara sin éxito cobrar allí un talón sin fondos que le dieron sus jefes. Hubo una discusión y Puig se fue indignado.