Tres disparos en siete segundos. Dos vidas segadas en lo que se tarda en apurar un café. Ese es el tiempo --lo revela la grabación de las cámaras de vigilancia de la entidad bancaria-- que empleó el albañil Pere Puig Puntí para matar a Rafael Turró y a Anna Pujol, los dos empleados de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) de Olot a los que asesinó a sangre fría el pasado 15 de diciembre. Dos asesinatos perpetrados después de acabar con la vida de otras dos personas en un bar de La Canya (Sant Joan les Fonts) 10 minutos antes.

Las cámaras registraron los hechos, unas imágenes que el diario El Punt publicó ayer. Puig entró a cara descubierta en la sucursal. En una mano, apuntando al suelo, llevaba el rifle de caza mayor --afición que practicaba los fines de semana-- con el que perpetró la matanza. Iba de cacería, como él mismo explicó días después al juez, y por eso iba uniformado para la ocasión. Antes de entrar dejó su pequeño todoterreno sobre la acera de la misma sucursal. Entró aparentemente tranquilo. Aunque es buen tirador, el albañil falló el primer disparo. Pero en el segundo no perdonó.