El campo de fútbol del Ipswich está en el barrio, a las afueras de la ciudad, donde las prostitutas buscan clientes al caer la noche. Allí trabajaban Tania Nicol, Gemma Adams, Anneli Alderton, Paula Clennell y Annette Nicholls, las cinco mujeres cuyos cadáveres han sido descubiertos en las últimas semanas en este tranquilo enclave del sureste de Inglaterra.

Cinco semanas después de la primera desaparición, el autor de los crímenes, que han sobrecogido al Reino Unido, no ha sido identificado. El presunto asesino en serie sigue libre a pesar de los esfuerzos de casi 300 policías por resolver un rompecabezas.

Los agentes han completado los márgenes del puzle, pero el centro está por llenar, según la descripción de la subcomisaria Jacqui Cheer.

Los investigadores difundieron ayer las imágenes de una de las víctimas captadas el pasado 3 de diciembre, a las 17.53 horas, a través de las cámaras de seguridad de un tren que cubría el trayecto entre Harwich y Colchester.

EMBARAZADA En los fotogramas se puede ver a Anneli Alderton, de 24 años, sola en uno de los vagones, paseándose entre los asientos, arreglándose el pelo. La policía no sabe en qué estación se apeó y hacia dónde dirigió sus pasos.

Ese día desapareció. Su cadáver fue hallado una semana más tarde. La joven, según se supo también ayer, estaba embarazada de tres meses, e iba posiblemente al encuentro de su asesino.

Para los detectives resulta imperativo reconstruir las últimas jornadas de las cinco mujeres, porque en sus citas, movimientos y llamadas a través del teléfono móvil puede hallarse la clave que buscan.

Por las autopsias se sabe que dos murieron estranguladas y de las otras tres se sospecha que fueron envenenadas. Ninguna luchó antes de morir, ni en sus cuerpos se han hallado signos de violencia sexual.

El autor de los crímenes despojó los cadáveres de ropa y accesorios, aunque no de las joyas, lo que dificulta considerablemente las investigaciones. Tampoco ayuda el estilo de vida desordenado de las cinco mujeres, todas ellas drogadictas, que se prostituían para pagar la heroína y la cocaína que consumían.

Los vecinos de esta anodina ciudad inglesa de 150.000 habitantes las conocían, porque eran chicas de la localidad, salidas algunas de ellas de familias bien de la clase media.

LA EVOCACION DEL OBISPO Ayer en estadio del Ipswich Town, antes del partido contra el Leeds United, los 25.000 aficionados guardaron un minuto de silencio. El obispo local evocó la figura del Destripador de Yorshire, que hace 25 años mató también a cinco prostitutas. La policía pidió colaboración para que se pueda hacer justicia, mientras un gran cartel, visible desde las gradas, ofrecía 375.000 euros de recompensa por el asesino.