Un autocar alemán que se dirigía a Lloret volcó la madrugada de ayer en la autopista francesa A-6, cerca de la ciudad de Lyón, y provocó la muerte de 28 personas y heridas más o menos graves a otras 46. El vehículo, que había partido de Hannover (norte de Alemania), llevaba 79 pasajeros de diversas edades, en su mayoría jubilados, procedentes de varias ciudades alemanas y cuyo vínculo en común es que habían ganado el viaje en una lotería.

El accidente ocurrió poco antes de las cinco de la madrugada a la altura de la localidad de Dardilly, al norte de Lyón. Según las informaciones de la policía francesa, el drama se produjo cuando el autocar de dos pisos intentaba adelantar a otro vehículo a una velocidad excesiva, de por lo menos 110 km/h, en medio de la llovía y con la calzada mojada. El vehículo se salió de la autopista, cayó por un terraplén y volcó. Los pasajeros quedaron atrapados y aplastados. Los dos chóferes del vehículo, uno de los cuales resultó herido, se relevaron una media hora antes del accidente.

Los equipos de socorro encontraron un espectáculo dantesco y muchas dificultades para rescatar a las víctimas aprisionadas. El autocar quedó transformado en un amasijo de hierros y chatarra. Durante horas, los supervivientes asistieron bajo la lluvia a "escenas de verdadera desolación", según explicó un socorrista.

La parte delantera del autobús quedó literalmente comprimida debido a la violencia del choque. Allí se encontraban amontonadas la mayoría de las víctimas, que dormían en el momento del accidente y que fueron propulsadas hacia adelante. Los heridos fueron trasladados en ambulancia y helicópteros a diferentes hospitales de la región. Los muertos fueron instalados en una capilla ardiente improvisada en el pueblo de Limonest.