Las relaciones sociales que tenemos se mantienen en base a diferentes pilares y herramientas. Vamos usando estrategias a nivel inconsciente, aprendidas en nuestro desarrollo, que nos permiten acercarnos, profundizar en una relación, poner límites y alejar a una persona que creemos que nos puede dañar. Vemos cómo esas relaciones, independientemente del grado de cercanía, funcionan a través de las interacciones, no se mantienen sin motivo, y es ahí donde tanto la otra persona como nosotros somos sujetos activos.

Aunque la mayoría son inconscientes, sí podemos hacerlo de forma deliberada. Yo decido expresar algo a propósito con un cierto fin o, en los casos donde no hay habilidades sociales, puedo aprender a hablar y relacionarme con los otros. Muchas de estas herramientas se acaban interiorizando y formarían en un futuro parte de quienes las usan. Es el caso de los elogios y los halagados, una forma de acercarnos a los demás que podemos aprender para mejorar nuestras relaciones.

MÁS HALAGOS

Los halagos se definen como aquellas acciones verbales que tienen como fin reconocer o hacer valer una cualidad o un logro de otra persona. Tienen carácter positivo, nos acercan a los demás y ayudan a reforzar la autoestima de quienes los reciben. No se tratar de hacer la pelota sino de evidenciar de forma objetiva una realidad. Muchas veces nuestra tendencia es resaltar lo negativo, como una forma de querer que la otra persona mejore o porque pensamos que si a nosotros nos ayuda a los demás también. Esto tendría efectos negativos en todas las relaciones y podrían generarse emociones negativas.

Nuestro cerebro tiene un sesgo y se orienta más hacia los errores o los fallos que cometemos, tanto en nosotros mismos como en los demás. Combatirlo tiene que llevar herramientas activas que nos permitan también ver lo positivo, reconocerlo y resaltarlo. Un apoyo que siempre nos ayudará a reforzar la relación.

A través de las siguientes pautas podemos usar los elogios para mejorar la comunicación con los demás:

1. Sé sincero

Halagar nunca debe implicar mentir o exagerar. De nada nos sirve exaltar unas cualidades que no sean reales. La otra persona puede captarlo y generaría rechazo hacia nosotros o nos confrontaría lo que está viviendo.

Debemos partir de la sinceridad, de orientarnos hacia una cualidad positiva que la persona tenga o un mérito, independientemente de si ha sido fácil o no. Lo que nos importa es valorar ese aspecto positivo.

2. Sé positivo

Dentro de los elogios solo tenemos que ser constructivos. Evitar las negaciones, que los adjetivos sean positivos y que resalten una cualidad existente, no la falta de algo malo. Sé resalta el ser constantes, pero no resaltamos el no ser un vago, por ejemplo.

3. Sé concreto

Los halagos no son discursos motivacionales sino frases concretas y directas que van dirigidas a la otra persona. No tienen como fin levantar la moral, sino expresar una cualidad para que la otra persona vea que le damos importancia y la reconocemos. Si se necesita, además, un apoyo lleno de motivación deberá venir después, pero porque la situación así lo requiere.

4. Sé oportuno

Toda interacción social tiene un momento adecuado. Si conocemos en profundidad a la otra persona, sabremos cuándo realizar este halago. Hay que hacerlo lo más cercano posible a la acción a elogiar y en privado. Si hay más personas delante, tendrán que ser de máxima confianza tanto para nosotros como para el otro.

Los elogios son una parte indispensable de todas nuestras relaciones sociales. Todos tenemos una mayor o menor facilidad para realizarlos y, a veces, solo nos salen con nuestros amigos más íntimos o con nuestra pareja. Sin embargo, debemos usarlo siempre que nos sea posible, sin excedernos, siendo objetivos y muy concretos. Tiene efectos muy positivos y podemos ver cómo alcanzamos mejores relaciones en todas nuestras áreas.

* Ángel Rull, psicólogo.