Un buzo que trabajaba en el acuario Underwater World de Singapur ha muerto tras ser picado en el pecho por una raya venenosa. El raro incidente ocurrido este martes le ha costado la vida Philip Chan, de 62 años, que se ocupaba del traslado de los animales del oceanográfico de la isla de Sentosa, que cerró sus puertas el pasado junio, a unas nuevas instalaciones.

Chan era un supervisor de alto nivel del departamento de conservación y llevaba desde 1991 trabajando en el que fue el mayor oceanográfico de peces tropicales de Asia. De hecho, se había quedado trabajando en las instalaciones tras el cierre de las mismas, ayudando a trasladar a los animales al nuevo acuario.

Chan resultó "herido en el pecho por una raya" durante el proceso y murió a causa de esa lesión horas después en el Hospital General de Singapur, adonde fue trasladado.

Chan sentía devoción por estos animales, y sentía tristeza por tener que decirles "adiós" con el cambio del acuario.

COMO SUS BEBÉS

Su trabajo consistía en dar de comer a rayas y tiburones mientras los visitantes tomaban fotos. "Trato a los animales como si fueran mis bebés", decía.

En alguna ocasión había sido mordido por los tiburones, pero sin llegar a mayores. "Siempre estoy en peligro, pero suelo mantener la calma", explicó alguna vez.

Según los expertos, las rayas que han vivido en cautiverio pueden sentirse provocadas en situaciones de estrés tales como dejar de estar en su tanque o si alguien le pisa accidentalmente la cola.

Las púas de su columna vertebral tienen bordes serrados. Además del dolor físico que produce su picadura sueltan una toxina venenosa que penetra en la carne causando fuertes espasmos musculares. Que la picadura sea mortal o no depende del lugar donde pique. Si la víctima es golpeada en el pecho esto puede desencadenarle un paro cardiaco y, posiblemente, la muerte, como le ha ocurrido a Chan.

En septiembre del 2006 otra raya causó la muerte de un famoso presentador, el australiano Steve Irwin, de 44 años, conocido como el 'cazador de cocodrilos'. También él recibió una picadura en el corazón. Fue el tercer ataque fatal registrado en Australia. Según explicó más tarde el operador de cámara que acompañaba a Irwin, este fue "apuñalado cientos de veces" por la raya; sus últimas palabras fueron: "Me estoy muriendo".