La catástrofe natural de Australia no cesa. Su Gobierno movilizó ayer a tres mil reservistas en una nueva jornada de incendios forestales en condiciones «catastróficas» en el sureste del país, donde dos nuevas víctimas elevaron a 23 el número de muertos en esta crisis. Los fallecimientos tuvieron lugar en la isla Kangaroo, la tercera más grande del país, situada a 112 kilómetros de Adelaida, en el estado de Australia del Sur, donde se han calcinado 100.000 hectáreas, la mayoría en el parque nacional Flinders Chase, hogar de 60.000 canguros y 50.000 koalas. El fuego amenaza la casa de miles de ciudadanos australianos, como Nancy y Brian Allen, que se resistieron a abandonar su hogar. Además, al menos seis personas siguen desaparecidas en Victoria, donde hay al menos 50 incendios en curso, según informron las autoridades del estado al Sydney Morning Herald. Los otros 150 focos se concentran en el estado más afectado, el de Nueva Gales del Sur, diez de los cuales han obligado a declarar la alerta total en las poblaciones circundantes.

El frente cálido de las últimas horas de ayer rebasó todas las expectativas. Entre los vientos de más de 100 kilómetros por hora y los 48ºC que se llegó a alcanzar en localidades como Penrith, los fuegos comenzaron a comportarse «de forma errática» hasta el punto que los bomberos solo podían dirigirlos a zonas seguras. Por todo ello, el primer ministro de Australia, Scott Morrison, anunció la movilización de los 3.000 reservistas.