En Aliseda están acostumbrados a pleitear para crecer. Lo hicieron desde la Edad Media hasta el siglo XVII y no piensan amilanarse. Este pueblo cacereño fue arrasado en varias ocasiones durante las guerras contra Portugal. El Concejo de Cáceres, para compensar tanto sacrificio, lo eximió de pagar impuestos, pero luego quiso cobrarlos y los aliseños se vieron metidos en una avalancha de pleitos que gravó la economía local durante siglos. Más de 300 años después de aquellas trifulcas legales, Aliseda vuelve a la carga.

La rebelión que se vive en Aliseda es ejemplar: resume la lucha de los pequeños pueblos extremeños por no seguir perdiendo población hasta desaparecer. Aliseda pertenece a ese 80 % de pueblos extremeños que sufren regresión económica y demográfica por la conjunción de un alto índice de envejecimiento y mortalidad con una baja tasa de natalidad, a lo que se suma la emigración del mundo rural a las ciudades.

UN CALVARIO En Aliseda, 16 autónomos decidieron el año pasado hacer un polígono industrial. Compraron unos terrenos junto a la Nacional 521 pagando de su bolsillo casi 200.000 euros. Se legalizó su situación urbanística en pleno municipal. Se consiguieron los informes favorables de la consejería de Medio Ambiente y de Renfe. Se presentó la documentación en la Demarcación de Carreteras y ahí comenzó el calvario.

El caso de Aliseda es paradigmático de la realidad rural de Extremadura. El pueblo contaba en 1950 con 4.639 habitantes. Hoy son la mitad: 2.373. La economía local se basa en la agricultura (16 % de la población empleada), la construcción (10 %), otros servicios (23 %) y el resto alterna el trabajo jornalero estacional en el descorche o en las labores del tabaco y el espárrago en el norte de la provincia, con la producción de miel, carbón y leña o los jornales en las cacerías. En el pueblo hay 692 hectáreas de olivar y 5.700 cabezas de ganado (5.000 de ellas, ovejas).

Pero en Aliseda empieza a despuntar una incipiente industria de productos cárnicos, de panadería y bollería, de transformación de metales, fabricación de carbón vegetal, derivados del corcho, carpintería, muebles... Hay una empresa de transporte de viajeros y varios servicios turísticos como tres hospedajes, cinco restaurantes, etcétera.

Varias de estas empresas realizan sus actividades en el centro del pueblo: en esta calle, una carpintería; en aquella, una empresa de electricidad; esa casa está alquilada para una pequeña empresa de pinturas y aquellas para guardar materiales de construcción; bajo las encinas almacena su leña, y se le pudre a veces, Transportes Lázaro, y aquí y allá aparca sus autobuses la empresa Mena.

El resultado es un pueblo-polígono industrial donde los vecinos viven entre ruidos de máquinas, ronronear madrugador de autobuses, tris-tras de sierras mecánicas y sueños imposibles de desarrollo empresarial. Hasta que los autónomos decidieron acabar con esa situación y planificaron su propio polígono.

"Con los parabienes del ayuntamiento, Renfe y Medio Ambiente, nos presentamos en la Demarcación de Carreteras del Ministerio de Fomento y nos pusieron trabas. Querían que hiciéramos un proyecto de rotonda y lo encargamos. Nos costó 6.300 euros y volvimos a Fomento", resume la situación Miguel, uno de los 16 autónomos afectados.

"Esta vez, prosigue, faltaban unas señales y unos paneles. Se subsanó el problema y tras conseguir el sí en Cáceres y en Mérida, el proyecto llegó a Badajoz y allí nos dijeron que no. Nos hemos gastado entre los terrenos y los proyectos de las 16 naves y de la rotonda cerca de 300.000 euros, pero estamos como al principio", se desespera.

En el polígono se instalarán 16 empresas y se crearán 10 puestos de trabajo. "Pero todo esto son planes porque Fomento no nos da una solución: ni una raqueta como tiene la empresa cárnica Sierra de San Pedro, que está enfrente del polígono, ni un carril de desaceleración, ni una rotonda... Aquí pasa algo", insinúa Miguel sus sospechas.

Hace dos semanas, los autónomos de Aliseda se rebelaron y se encerraron en el ayuntamiento con su alcaldesa, Claudia Moreno. "Entre Malpartida y Valencia de Alcántara no hay ningún otro polígono, así que nos tendremos que comprar unas naves en el nuevo polígono malpartideño y dejar Aliseda", se resignan. Desde 1981, la población extremeña ha aumentado un 1.8 %. La española, un 9 %. En Aliseda pretenden poner freno a la despoblación rural. Pero no les dejan y se han rebelado.