La defensa del parricida de Premiá de Mar (Maresme) se desploma. Los primeros resultados de la autopsia revelan que la muerte de María del Mar Miñana no se produjo de forma accidental, ni por el impacto de una bala, tal y como había declarado el martes ante el juez el policía local detenido, Juan Antonio Granadal.

El presunto parricida aseguró que su arma reglamentaria "se disparó de forma fortuita mientras la limpiaba" y el proyectil impactó en la cabeza de su esposa, que falleció al instante. De lo que ocurrió después --el descuartizamiento del cuerpo-- dijo no recordar nada. La autopsia y la posterior reconstrucción de los hechos desarman esta teoría.

Las radiografías que el equipo forense del hospital de Mataró realizó al cadáver demuestran que la bala que disparó el agente se alojó en el brazo de la víctima y, por lo tanto, en una zona no vital, tal y como confirmaron ayer a este diario fuentes próximas al caso. La placa sí que muestra, en cambio, varias lesiones en el cráneo producidas posiblemente con algún objeto contundente. Todos los indicios apuntan, por tanto, a que Juan Antonio Granadal asesinó de forma brutal a su mujer y después se ensañó con el cadáver.

VIOLENCIA INUSITADA

Según los primeros análisis forenses, el parricida no sólo no se conformó con decapitar el cuerpo de su mujer y mutilarle una pierna, sino que, además, le seccionó ambas manos y le cortó un pie por la mitad con una sierra mecánica. Después limpió toda la casa, colocó cuidadosamente todos los pedazos en el interior de una caja de plástico y la selló con cemento para evitar malos olores. Demasiadas molestias para tratarse de un homicidio involuntario, tal y como defiende el abogado del parricida, Albert González.

Existen, además, otros detalles que avalan la hipótesis de que el policía local actuó con alevosía y premeditación. Al hecho de que el parricida aprovechara la ausencia de sus dos hijos en la casa y denunciara la desaparición de su mujer el sábado, dos o tres días después de los hechos, más tarde se suma ahora la preparación de una coartada. Ese mismo sábado por la tarde, el parricida envió un mensaje desde el teléfono móvil de la víctima a un familiar en el que, haciéndose pasar por su esposa, decía que estaba en Málaga y que se encontraba bien, según publicó ayer El País.