TDtecía Josep Pla, que era un escritor muy paisano, muy irónico y muy sensato, que cuando la construcción prospera, todo prospera, y ese axioma está tan grabado en la mentalidad del común de los mortales que resulta muy difícil explicar que hay que construir procurando no destruir. El ciudadano medio entiende que la construcción es tan importante que no deben ponérsele obstáculos y entre una autovía y una villa romana o entre un sucedáneo de ronda y unas casas adosadas a una muralla, parece preferir la autovía y la ronda. Por esa razón, los políticos no se preocupan demasiado cuando alguien denuncia que la autovía de la Plata podría pasar en Fuente de Cantos por encima de una villa romana o que las casitas cacereñas de Mira al Río forman ya parte del perímetro monumental de la ciudad y no deberían derribarse. Saben que la generalidad de los electores lo que quieren es que la autovía esté cuanto antes y llegar enseguida a la carretera de Trujillo sin tener que cruzar el embudo de Mira al Río.

Una socióloga italiana me explicó una vez en una entrevista que la destrucción urbanística y monumental del litoral español se debía a que a esa zona había llegado antes el dinero que la cultura. En Extremadura, dinero y cultura parecían ir de la mano y a veces se atisbaban indicios de que la sensibilidad superaba a la renta per cápita. No sé si las subvenciones europeas están quebrando ese equilibrio a favor del dinero avasallador o si los casos de Fuente de Cantos y Mira al Río son simplemente casos aislados. Habrá que estar alerta.