Los viajeros del primer AVE que partió de Madrid a las siete de la mañana llegaron a Lleida con la misma puntualidad británica que sería la nota del resto de la jornada. A las 9.55 pusieron pie en la renovada estación. De la capital habían salido 189, la mayoría de los cuales se bajaron en Zaragoza. El pasaje estaba formado sobre todo por curiosos, aficionados al tren y hasta expertos que habían trabajado en la obra. Unos viajeros demasiado exigentes como para salir complacidos con "un AVE de segunda, prestado del Madrid-Sevilla y más lento", como decía un ferroviario que prefirió no identificarse.

El resto del pasaje, formado por los viajeros menos avezados, se mostraba mucho más satisfecho por la rapidez y comodidad del trayecto. Sólo les escocía el precio. Coral Ortín, una zaragozana, estaba "muy contenta" porque el servicio "es genial", pero le parecía caro porque "se pagan precios de AVE por talgos rápidos y el mayor problema es que a los usuarios que no pueden asumirlo se les condena al autobús".

Ambos trenes completaron el trayecto con la velocidad media prevista de 175 kilómetros por hora, aunque llegaron a alcanzar puntas de 200 kilómetros por hora, informaron fuentes de Renfe.

La normalidad, en el primer día de comercialización de la línea y para el que Renfe lleva vendidas más de 30.000 plazas, de las que 7.300 corresponden a este fin de semana, fue destacada por el presidente de Renfe, Miguel Corsini. Esta línea permitirá completar el trayecto en un tiempo de 2 horas y 40 minutos.