El presidente también es humano. Con eso de que éste es el último verano en el cargo, Aznar está estrechando manos todo el día. Antes eran los adeptos, militantes y simpatizantes quienes tenían el privilegio, pero ahora, como ha empezado a despedirse, vive de apretón en apretón. Desde que inició sus vacaciones (en la foto de arriba, a punto de darse un chapuzón), el presidente tiende su mano a todo el que cree que no va a volver a ver.

Aznar tiene las manos acordes con el cuerpo y con el alma. Sus apretones no son ni fuertes a lo chicarrón de norte, ni de esos flojos de pez de agua dulce. En su dedo anular izquierdo luce una fina alianza de oro que le marca como hombre casado. El anillo en la mano izquierda debe de ser la prueba de que Aznar es catalán en la intimidad, pues en el resto de España la alianza se usa en la mano derecha.

Hace 25 años que Aznar lleva la alianza, los mismos que han pasado desde su boda con Ana Botella, celebrada el 28 de octubre de 1977. El matrimonio cumplió cinco años de casados en 1982, el día en el que Felipe González ganó sus primeras elecciones, pero no hay constancia de que esa casualidad les amargara el aniversario.

SOBRIEDAD EN LOS ADORNOS

El presidente no es hombre de adornos. Sólo le gustan los relojes de acero. En su muñeca ahora luce un modelo de Herm¨s (en la foto inferior izquierda) que le regalaron con motivo de su 50º cumpleaños y que anda por los mil y poco euros. Ana Botella (en la foto central, nadando en aguas menorquinas) también ha cumplido 50 años recientemente y las perlas barrocas que cuelgan de sus orejas y el brillante que pende de su cuello tienen aire de ser un regalo de cumpleaños.

El presidente sigue llevando un cordón de colores que le regalaron en Colombia hace años. De esos que se anudan pidiendo un deseo que sólo se cumple cuando el nudo se deshace solo.

El cordoncillo de la muñeca es la única informalidad que se permite Aznar. Tanto en traje como de sport, Aznar no conoce el desaliño y es hombre de ideas fijas. Debe de tener un armario de lo más aburrido. Todos los trajes son azules o grises. Como cantaba Martirio, aún cuando va informal, Aznar va arreglado.

FIDELIDAD A LA MARCA

Adicto a las prendas Polo Ralph Lauren, que pusieron de moda los profesores de Harvard, este año, en su comparecencia al inicio de sus vacaciones en Menorca, no lució la camisa con el caballito bordado en el pecho. En la trasera de su pantalón sí lucía el animalillo para atestiguar que su fidelidad a la marca sigue intacta.

Cuando lleva corbata, como el pasado martes en su despacho con el Rey en Marivent, Aznar es de azules y de Loewe. Usa camisas claras, con gemelos si se cubre con americana y de manga larga doblada por debajo del codo si va a cuerpo. La camisa siempre por dentro del pantalón con cinturón de los de Bellido (foto inferior centro). En sus paseos marítimos lleva polos y bañadores bermudas de colores lisos. Todo muy de manual.

El año pasado le dio por los mocasines Tods, pero este verano Aznar ha vuelto a los náuticos Sebago (en la foto inferior derecha). Son más sólidos y más adecuados para pisar firme.

Lo más curioso del presidente es que no se despeina ni navegando. Alterna la raya al lado con el pelo peinado para atrás. En lo que más debe de entretenerse es en el bigote. Ni un pelo de más ni uno de menos.