La presencia de metales pesados como el plomo, el arsénico o el cadmio, además de otros contaminantes químicos en los alimentos que consumen los catalanes ha bajado considerablemente desde 1998 hasta hoy, según se concluye en un estudio realizado por expertos de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona y la Universitat de Barcelona, por encargo de la Consejería de Sanidad.

"El uso de gasolinas sin plomo, el control de las emisiones de dioxinas en las incineradoras y, en general, las medidas que ha adoptado la industria para no contaminar se empiezan a notar", afirma Josep Lluís Domingo, codirector del estudio. Por sus complejas características y alcance, la investigación es única. La tarea, que ha durado años, ha consistido en analizar 108 alimentos de todo tipo que se adquirieron de forma aleatoria en tiendas y supermercados de diferentes municipios.

PRIMERO, EL PESCADO

El grupo del pescado y el marisco es el que tiene una mayor presencia de contaminantes; le siguen las grasas, los aceites, los derivados lácteos, las carnes y derivados, los huevos y los cereales. Los productos analizados en el estudio en ningún caso superan los límites establecidos por la OMS, indican sus autores.

"Lo del pescado y el marisco es lógico ya que todos los contaminantes llegan de una u otra forma al mar y van acumulándose en la medida en que un pez se come a otro", explica Domingo. "Pero no debe criminalizarse ningún alimento, porque las ventajas que aporta el pescado y el marisco son mayores que el riesgo de ingestión de contaminantes". La cantidad de contaminantes ingeridos es menor ahora que en 1998, según la investigación.