300 RECLUSOS ESPAÑOLES

La crisis ha supuesto también la revitalización de fenómenos como el de bajar al moro, desplazarse desde España hasta Marruecos para transportar en el viaje de vuelta hachís en el maletero o en los bajos de un vehículo. Y eso conlleva consecuencias. "Casi 300 españoles purgan cárcel en el país magrebí, con penas inferiores a cinco años, por traficar con pequeñas cantidades de hachís", declaran fuentes diplomáticas.

UN INFIERNO

La mayoría de los reclusos españoles están encarcelados en la prisión de Tánger. Las cárceles marroquís tienen capacidad para 20.000 presos, pero hay alrededor de 69.000. Las condiciones de vida son infernales: están hacinados, mal alimentados y faltos de higiene. Peor aún será la situación para aquellos que no puedan corromper a los funcionarios para adquirir una cama y duermen en el suelo, lleno de grietas, por el que corren ratas y cucarachas.

EL TESTIMONIO

Una pesadilla de la que todavía se acuerda Miguel García, celador gallego condenado por tráfico de hachís. "Los dos años que pasé allí fueron terribles. Enfermé de tanta insalubridad a mi alrededor", explica. "Debe saberse que las cárceles de Marruecos son un infierno. No merece la pena arriesgarse por 2.000 euros", añade.