Los más duro es ver morir a los pacientes, algunos jóvenes, sin patologías, sin poder hacer nada. A nivel profesional sientes impotencia y a nivel personal miedo a lo desconocido. Es muy duro, reflexiona Jana Lillo, enfermera en el hospital La Paz y uno de los miles de profesionales sanitarios que han hecho frente al mortal coronavirus y sus consecuencias. Teniendo en cuenta los aplausos que los españoles les dedican cada día, los trabajadores de los centros sanitarios han sacado sobresaliente en la lucha contra el Covid. Sin embargo, es mucho más cuestionable la labor de los gestores y los políticos al respecto.

España llegó, de hecho, al combate contra el Covid con sus capacidades asistenciales mermadas después de años de recortes. Aunque muchas autonomías han recuperado el nivel presupuestario -salvo Cataluña y Murcia-, lo cierto es que el grueso del incremento se destina a gasto farmacéutico y privatizaciones, según el portavoz de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, Marciano Sánchez Bayle. De hecho España perdió, a partir de 2010,12.000 camas que no se han recuperado. Y que la epidemia haya golpeado fundamentalmente a Catalunya y Madrid tiene que ver con su densidad de población pero también, según su opinión, con la pauperizada sanidad de ambas regiones.

Desorientación del sistema

A esto hay que añadir que, en términos generales, los centros sanitarios estaban haciendo grandes esfuerzos para reorientar la atención hacia los pacientes con enfermedades crónicas, ya que las epidemias se consideraban como algo del siglo XIX o del tercer mundo, pese a las advertencias de la OMS, según explica Sánchez Bayle.

Ante esta situación, la respuesta del sistema sanitario, tras una primera etapa un poco caótica, fue la de paralizar todas las consultas y operaciones no urgentes, ofreciendo atención telemática, y la de concentrar todos los recursos en la atención al Covid. Pero esto no fue suficiente y las comunidades se vieron obligadas a echar mano de sanitarios jubilados y estudiantes, para reforzar las plantillas, si bien no se han incorporado los 50.000 profesionales necesarios que vaticinó el ministro de Sanidad. El sindicato Csif denuncia que sólo se han realizado 30.000 contrataciones, insuficientes para compensar los puestos que se perdieron en el primer trimestre del año, según la EPA.

Asimismo, otra de las estrategias consistió en ampliar espacios y camas. En algunas autonomías se han triplicado las camas ucis, lo que no impidió que, durante los momentos de más presión asistencial, se dejara de atender a los enfermos con menor esperanza de vida.

Más de 50.000 profesionales contagiados

Otro de los grandes problemas ha sido la falta de material de protección para los sanitarios, lo que ha provocado que España se sitúe entre los países con más profesionales contagiados, 50.088 según los últimos datos. De ellos, unos 70 han perdido la vida. Esta terrible situación viene motivada por la falta de previsión tanto a nivel estatal como autonómico, sumado a que el proceso de desindustrialización español ha obligado a tener que adquirir los materiales en el competitivo mercado internacional, según el diagnóstico de Javier Padilla, experto en gestión sanitaria. Ha sido la tormenta perfecta, lamenta.

Una vez que ha pasado lo peor, el gran reto del sistema sanitario es ser capaz de localizar a los infectados de forma más eficaz y rápida y, si esto falla, poder dar respuesta a un rebrote de coronavirus sin desasistir a los pacientes tradicionales. El sistema ha sobrevivido pero si se incrementa la tensión en breve tendrá dificultades porque hay muchos sanitarios contagiados, las plantillas están cansadas y hay muchos más enfermos que atender, concluye Sánchez Bayle.