El fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid no solo ha batido récords dinerarios. Su presentación como jugador blanco también ha sido la más familiar y entrañable que se recuerda en los alrededores del estadio de Chamartín. El reportaje fotográfico que siguió a la firma del contrato del pasado lunes parecía más un posado a la salida de un bautizo que la puesta de largo de uno de los traspasos más caros de la historia. Orgullosos y contentos, cuñados, abuelos, sobrinas y allegados varios del astro galés se robaban plano para la posteridad con las gradas del Santiago Bernabéu de fondo.

Difundida por el club como una prueba del fuerte acento familiar que caracteriza a su nueva figura, en la costumbrista estampa llama la atención una ausencia: la del abuelo materno de la pequeña Alba Violet, la hija de Bale, quien con sus 10 meses bien podría pasar por la estrella del bautizo. Hemos tardado pocas horas en conocer el motivo. A los dos días, el Daly Mail informaba de que mientras el flamante 11 del Real Madrid rubricaba el contrato que le hacía millonario, su suegro dormía en una prisión federal de Buffalo, capital del estado de Nueva York, a la espera del juicio que ha de enfrentarle a una docena de cargos, entre otros los de fraude electrónico, blanqueo de capitales y estafa.

La revelación de las andanzas de Martin Rhys-Jones, padre de la novia de Bale, ha sonado como una nota desafinada en el cuento rosa (y ahora también blanco) que Gareth y su querida Emma venían protagonizando desde que se enamoraron en la adolescencia. Al parecer, la del posado merengue no era la primera vez que los intereses de sus apellidos se mezclaban con España.

Telemárketing fraudulento

En el 2005, tras separarse de su esposa, que sí aparece en la foto del Bernabéu, el suegro de Bale, de 49 años, se instaló en Barcelona y montó una empresa de telemárketing con la que se dedicó a estafar a inversores de Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. Los seducía con sofisticadas técnicas de venta para que compraran acciones cuyo precio verdadero era mucho menor que el que él anunciaba, y su rendimiento también.

En realidad, los 3,5 millones de euros que logró sonsacar a sus incautos clientes no fueron a parar a ningún mercado financiero, sino a un puñado de cuentas secretas que tenía en bancos del Canal de la Mancha, Alemania y España. En Barcelona fue detenido hace un año, y desde el aeropuerto de El Prat voló a Estados Unidos en junio, esposado y custodiado por una pareja de agentes para rendir cuentas ante la justicia norteamericana. Podrían condenarle a 30 años de cárcel y el pago de una multa de casi 200.000 euros.

Con lo que su yerno gana en un mes, Martin Rhys-Jones tendría suficiente para hacer frente a la sanción y le sobraría para contratar un buen equipo de abogados que le libren del presidio, pero el portavoz del futbolista ha tardado pocas horas en advertir de que ellos no tienen nada que ver con las maniobras financieras en la oscuridad del abuelito de Alba.

Ciertamente, el perfil público de Gareth y Emma contrasta con la imagen del intrigante especulador. Se conocieron a los 11 años en el colegio, en su Cardiff natal, empezaron a salir juntos en el instituto, y ahora, a los 24 años, componen el vivo retrato de la pareja perfecta, hogareña y familiar que todo suegro de bien desearía para sus hijos. El, que remata cada uno de sus goles dibujando un corazón con las manos para dejar claro a quién dedica sus éxitos, es el reverso del joven díscolo y juerguista que tanto abunda en los vestuarios de alto copete. No fuma, no bebe, jamás fue cazado en un renuncio.

Por su parte, ella parece haber llegado al universo del fútbol para reescribir el concepto de la WAG. A diferencia de la mayoría de Wives And Girlfriends (esposas y novias) de las rutilantes estrellas, la mujer de Bale es tan discreta en su vestimenta como en su actitud y prefiere el look y la vida sencilla a la sofisticación de la que son devotas otras. Si hubiera que buscar el negativo de Victoria Beckham, sería difícil encontrar a una dama que encuadrara en ese retrato mejor que la galesa. Al menos, de momento ella no se ha quejado de que Madrid huela a ajo. Fiel esposa y madre abnegada, las travesuras de su padre nos permitirán saber qué tal es como hija.