Lo que el bar Español ha unido que no lo separe el hombre. Bien podría ser este el lema del célebre establecimiento placentino en cuestiones de Cupido porque tres parejas felizmente casadas, una de hecho y otra en trámite en una plantilla de dieciséis no parece poca cosa. "Lo confieso --ironiza su gerente, Emilio Valencia Martín-- en los contratos ponemos una cláusula para que se nos vayan emparejando y así tenerlos amarrados". Aunque los protagonistas susurran que son las cosas del querer.

La veteranía es un grado y con Paco Bravo y Beatriz Carrasco empezó la racha, va a hacer 23 años. "Ella estaba en cocina cuando yo entré a trabajar en la barra y surgió el tonteo. Ya casados estuvimos trabajando juntos durante cuatro años y yo en total 24, que digo yo que para mi el Español es mi segunda casa". Lo dice quien durante tantos años fue luego pareja, laboral que no sentimental, de otro de los camareros ilustres del Español, Pedro. Luego Paco se independizó para montarse por su cuenta en San Miguel, donde ahora regenta El Mirador. Tienen dos hijos,

Cuñado suyo es Javi Polo, propietario del Cáparra, para quien los cuatro meses que estuvo en la barra del Español fueron definitivos en su vida sentimental porque conoció a Pilar Carrasco, de cocina, y surgió el flechazo. Casados desde el 92, tienen dos hijos, y ahora regentan su propio establecimiento en la calle de los Quesos.

Rubén Martín y Puerto Ramos son los siguientes y su historia sigue ligada a la del Español, donde él sigue tras la barra desde hace catorce años y ella ha pasado media vida en la cocina. Dieciocho años exactamente y hace seis que están casados. Tienen dos hijos de corta edad. "En cinco meses surgió el amor, pero fue entre los dos" aseguran sonrientes. Mientras Pili Ferrer y Dani Amor no se andan con tapujos. "Lo conquisté yo porque él se hacía el remolón" dice esta joven madre de una niña de meses, que volverá al Español tras la baja correspondiente. Aunque en su caso es a la heladería anexa que esta empresa familiar montó hace cuatro años y él a la próxima expansión, un nuevo salón de picoteo que está a punto de abrir sus puertas en el antiguo Rialto de la calle Vidrieras después de varias sustituciones en el Español, también fructíferas para su vida amorosa.

En trámites andan otros dos de sus más jóvenes empleados, Rufo y Esther mientras la pareja inicial, la de Pachi y Jose, que montaron el Español hace 32 años descansa encantada desde que el negocio pasó a manos de la segunda generación con Emilio y su mujer, Rosa Martín.