Aquel año Lana Turner protagonizaba ‘Retrato en Negro’; una película filmada, por cierto, en eastmancolor. En 1961 no todo era en color. Penas entreveradas. Entreveradas de alegrías, se entiende. Fue su majestad, El Viti por supuesto, quien dijo aquello de que para ser figura del toreo se precisa cabeza, arte, valor… y saber dormir en los coches de cuadrillas. Baca con b de botijo. Carretera y manta. Al final del camino, siempre, una plaza de toros. O Alemania. O Bilbao. Y, en el petate del emigrante, las últimas chacinas.

Barcarrota es mi plaza. ¡Que baje Dios y vea si hubiera otra tan bonita! En el patio de armas de un castillo. ¡Soberana! De un castillo que llaman de las siete torres y al que solo le asoma una, la del homenaje. Tan metida dentro de Barcarrota que Barcarrota le crece dentro. Se sabe que ya en 1844, cuando solo era castillo, se corrieron allí toros. Pero la obra terminó, si es que las obras terminan, en 1859. Y, desde entonces, luce hermosa.

El doce de abril de 1961 la tercera de ABC era para Wenceslao Fernández Flores. Y, en un recuadro, en esa misma tercera, se anunciaba el afamado Laxante Bescansa. ¿Se acuerdan del jabón Omo? ¿De las neveras Kelvinator? ¿O de eso tan extraño, tan lejano y tan ajeno que llamaban Westinghouse y refrigeraba el clima? Han pasado casi sesenta años. Sesenta años repletos de soles a plomo sobre el albero barcarroteño.

Barcarrota es parada y fonda del toreo. La feria. El bacalao de feria. Las peladillas. Y el bar Chinarro. Agustín de Foxá, otro habitual de las terceras de ABC, escribió que el único músculo que torea es el corazón. Foxá era una paradoja andante. Todo por el destello de un verbo. Pero acertaba. Se torea con el corazón. Dentro y fuera de la plaza. En los festivales, por ejemplo.

A Pepe Luis Vázquez se le murió el chófer en un accidente. A beneficio de su viuda se celebró un festival en Barcarrota, corría abril de 1961. La primavera ya estaba entrada y las dehesas, ajenas a casi todo, en majestad. El cartel era epatante. Tomen aire. Ángel Peralta, Antonio Bienvenida, el propio Pepe Luis Vázquez, Antonio Ordoñez, Julio Aparicio y Manolo Vázquez. De no hay billetes en los tendidos del cielo. Esa tarde se vino hasta el mismísimo Hernando de Soto.

Unos días después, el doce de ese mes de abril y flores, Barcarrota, la olvidada, la que está a desmano del futuro, la dama en calma de los valles y los arroyos, la que se pierde en la mirada desde los adarves del castillo, Barcarrota, la bella, ocupaba la portada del ABC. La foto era de Pesini. El alma, extremeña.

Hoy, casi sesenta años después, casi sesenta ferias después, casi sesenta de todo después, Barcarrota lo recuerda con otro festival de campanillas. Se recuerda a sí misma y recuerda aquella portada. A las cinco y media, a la hora en que el sol busca Portugal. Emilio de Justo, el de Torrejoncillo, reaparece después de su pasado percance. Abril huele a toros. También en Barcarrota. En el patio de cuadrillas la Virgen del Soterraño. Enfrente, la torre. Nunca he subido a la espadaña, pero bien pudiera ser que desde allí se vea, por abril, el sevillano barrio de San Bernardo. Pudiera ser.

Ana Mariscal estrena La Caída de Orfeo de Tennessee Williams en el Teatro Alcázar. En Jerusalén comienza el juicio contra Adolf Eichman. El presidente Kennedy recibe en Washington a nuestro embajador, señor Iturralde. Esta tarde el Barcelona se enfrenta al Hamburgo en semifinales de la Copa de Europa. Si tiene diez mil pesetas tiene para la entrada de uno de los pisos que vende José Banus. Y si le molesta el elástico de los calcetines, en páginas interiores, se lo solucionan. En el cartel de Barcarrota, el de 1961, se anuncian el Bar Chinarro, Casa Torres y el Bar Turismo. Sesenta años que, a veces, son tan solo un suspiro. Bilbao, por ejemplo. ¡Qué feliz me haría!