Si en los 10 días que lleva en vigor la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados son varios los hosteleros que en distintos puntos de España han decidido saltarse la norma a título individual, la rebelión contra la norma se da ahora por primera vez de manera organizada. Siete locales valencianos (uno de la capital y seis de la localidad de Chiva) disconformes con el veto no solo permiten fumar a sus clientes dentro del establecimiento, sino que han amenazado con despedir a un empleado cada uno el mes que viene si el Gobierno no da marcha atrás y autoriza la vuelta de los pitillos.

Rodrigo Arroyo, propietario del bar insurrecto de Valencia, se ha erigido en portavoz de estos locales díscolos. Explica que los despidos son una medida de presión motivada por las pérdidas económicas provocadas por la ley antitabaco.

Tiene seis empleados a su cargo, aunque todavía no ha decidido cuál será el damnificado en caso de que finalmente su amenaza se haga efectiva. El se ha rebelado contra la ley, pero asegura que sus trabajadores no lo han hecho contra él. "No les gusta la idea pero lo entienden, nadie se ha quejado", afirma. Asegura que, aunque la medida de despedir a un empleado es "traumática", no le cabe otra opción debido a una caída de ingresos que da como segura. Incluso se atreve a cifrarla en el 60%.

PRIMERAS MULTAS Al ver en televisión que un hostelero de Marbella dejaba fumar a sus clientes, no se lo pensó dos veces. El día de Reyes, a la hora de comer, colgó el cartel de "se permite fumar". Dos días después llegó la multa, que afirma que no pagará. No quiere ni oír hablar de poner terraza en invierno. "El gasto siempre revierte en nosotros", se queja. Arroyo está recogiendo firmas para que se pueda volver a fumar en bares y restaurantes.

A mediodía de ayer, la mitad de las mesas de su bar estaban ocupadas. En todas descansaba un cenicero. En la barra, varios parroquianos. La mayoría tenían delante un botellín de cerveza junto al que se observaba, indefectiblemente, un paquete de tabaco. También había no fumadores, habituales que aseguraban que el humo no les molesta.

Entre la clientela se encontraba Manuela Molina, que se jacta de ser la primera persona multada en Valencia por la ley antitabaco. La sanción no la ha amedrentado. Ella sigue viniendo a su "bar de siempre", con dos paquetes de Winston bajo el brazo, y se ampara en el cartel de la pared para encender otro pitillo.

Desde la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia (FEHV) instan al cumplimiento de la ley, aunque muestran "comprensión" ante lo que califican de "actitudes desesperadas" de algunos hosteleros que, según la federación, ven bajar el volumen de negocio.

ADVERTENCIA A "INSUMISOS" Comprensión que no parece que vaya a mostrar el Ministerio de Sanidad, cuyo secretario general, José Martínez Olmos, advirtió ayer a los hosteleros "insumisos" ante la ley del tabaco de que deberán "atenerse a las consecuencias de la ley", ya que las regiones de Andalucía y Valencia han abierto expedientes que pueden acarrearles multas de hasta 600.000 euros y el cierre de los establecimientos por infracción grave de la ley del tabaco y por desobediencia a las autoridades sanitarias.

Olmos calificó de "altamente satisfactoria" la colaboración de las autonomías y de "anecdótico" el incumplimiento de la ley por parte de unos cuantos de los 350.000 locales que tiene España y de contados ciudadanos "entre los millones" que van a ellos. Estas violaciones de la norma son, a su juicio, "tan normales como las que suceden con otras leyes, como la de seguridad vial".