La brutal batalla de Gary Kremen para recuperar el dominio sex.com también motivó uno de los cambios normativos más importantes que se han dado en internet: el reconocimiento de que los nombres de dominio son propiedad de quien los ha registrado. Hasta entonces se consideraba que las direcciones en la red estaban alquiladas a la compañía que los estaba explotando, y el dueño del dominio no tenía ningún derecho legal sobre el dominio en sí mismo. El caso de Kremen contra Stephen Cohen lo cambió todo. Además, Network Solutions, la empresa que gestionaba entonces las direcciones en la red, le pagó, en un arreglo extrajudicial, casi 15 millones de euros por haberle quitado la propiedad de sex.com en favor de Cohen.