Impresionada aún al ver el fruto de una gestación obligada que la convirtió en símbolo mundial, la joven salvadoreña Beatriz se recuperaba ayer en cuidados intensivos del hospital de Maternidad de San Salvador, después de que los médicos le practicaran una cesárea para que alumbrara una niña sin cerebro que murió cinco horas después. La ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, dijo al informar de la operación que Beatriz sufrió "un impacto fuerte" al ver lo que los conservadores llamaron "un ángel más en el cielo".

"Tuvo una niña pero nos dicen que es doloroso verla", señaló la presidenta de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto Terapéutico, Etico y Eugenésico, Morena Herrera. La activista lamentó que "Beatriz perdiera mucha sangre, quizás el triple que hubiera podido perder hace meses", cuando los médicos recomendaron la interrupción de ese embarazo de alto riesgo porque la madre padece lupus y además su feto era claramente anencefálico.

La ministra de Salud confirmó que la bebé, con un peso de medio kilo, "no tenía cerebro y solo tenía vestigios del cerebelo", tal como lo mostraron tres distintos análisis hace ya más de tres meses. "Sabíamos que era un feto anencefálico y que no iba a sobrevivir", reiteró María Isabel Rodríguez, la única autoridad que desde el principio apoyó a Beatriz. La ministra todavía se curó en salud ante la prohibitiva justicia y afirmó que "el parto se inició solo, no fue provocado ni inducido". Empezaba la semana 27 de embarazo y "se podía inducir el parto; ya no era un aborto".

La ministra de Salud destacó que "Beatriz se ha convertido en un símbolo en el mundo", y que "el análisis del caso es una lección". La activista Morena Herrera lamentó: "Es tremendo que la obligaran a llegar a estas alturas por una criatura inviable, es una injusticia tremenda someter a la mujer a este nivel de tortura". En medio de la polémica, la denuncia de Amnistía Internacional seguía sobre la mesa: "Haber sometido a Beatriz a este largo proceso, demorando durante semanas la adopción de una decisión que afecta a una persona cuya vida corre un riesgo inminente, es algo cruel, inhumano y degradante".

Mujer y pobre

El abogado de Beatriz, Dennis Muñoz, señaló que "se ha tardado demasiado tiempo", y afirmó que este es "un capítulo más de la vulneración de los derechos humanos de las mujeres pobres". El recurso de Muñoz ante la sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia para interrumpir el embarazo cuando Beatriz llevaba 18 semanas de gestación no tuvo fallo hasta hace una semana. Un fallo denegatorio con apenas resquicios médicos, a los que finalmente se asió el Gobierno salvadoreño, para obedecer además el inmediato requerimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, junto al clamor mundial, de salvar la vida de Beatriz.

Cruzada antiabortista

De nada valieron entretanto las llamadas de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otros organismos de Derechos Humanos. Frente al que denominaron "lobi abortista internacional", prevalecieron las voces de los obispos y los organismos provida, que todavía el lunes recogían firmas para que se dejara nacer al hijo de una "manipulada" Beatriz. "No es cierto que quiera abortar", decían. La primera dama, Vanda Pignato, pidió "dejar en paz a Beatriz" y "dejar de utilizar su caso".

La esposa del presidente, Mauricio Funes, criticó también la lentitud de un tribunal supremo que "actúa contra el Gobierno en 24 horas y para salvar la vida de una mujer tarda más de 40 días".

Beatriz volverá a su pueblito, a cuidar a su niño, de un año. Su nombre es ya bandera en medio mundo, sobre todo en los cinco países latinoamericanos que prohíben y penan severamente el aborto mientras muchas otras Beatriz se desangran y mueren en las sombras. "El mundo civilizado aplaude el ejemplo de este pueblo salvadoreño y de una medicina que, ante casos especiales, busca respuestas especiales", se congratuló la Federación Española de Asociaciones Pro- Vida.