Los becarios predoctorales, investigadores prometedores que han acabado la carrera y ganado una beca para hacer su tesis doctoral, normalmente en el ámbito científico, exigen tener contratos laborales porque --según denuncian-- desempeñan en sus centros tareas típicas de un trabajador contratado, como docencia, trabajos administrativos e investigación pura y dura. Sin embargo, sus demandas caen año tras año en saco roto y siguen siendo, a todos los efectos, simples estudiantes becados.

"Pedimos que se nos equipare a trabajadores en prácticas --resume Miquel Tuson, portavoz de D-Recerca, asociación que agrupa en Cataluña a los becarios de investigación--. Las becas son simplemente una forma de subcontratar a precio de saldo". Si no estás contratado, no tienes derecho al paro ni seguridad social, aunque en este último caso algunos centros sí incluyen acuerdos con mutuas privadas. Los modestos sueldos --habituales para todos los trabajadores en formación-- se asumen con resignación como un mal menor. Rondan los 800 euros mensuales, unas 133.000 pesetas.

NEGRAS PERSPECTIVAS

No hay cifras fiables sobre el número de becarios de investigación en España. La Federación de Jóvenes Investigadores (FJI-Precarios) calcula unos 15.000, pero sin precisar si son predoctorales, generalmente jóvenes en formación de entre 22 y 28 años, o posdoctorales, de entre 28 y 37. La situación de este último colectivo, integrado por brillantes investigadores con amplio currículo, muchos triunfando en universidades extranjeras pero sin perspectivas de volver a casa, es una de las grandes miserias de la ciencia española.

Los horarios de trabajo de los predoctorales no suelen ser estrictos, ciertamente, pero basta con pasear por las universidades y buena parte de los centros del CSIC para descubrir a todas horas a jóvenes becarios trabajando imperturbables. Se les exige exclusividad. "Es habitual que un investigador no concluya su tesis en los cuatro años de beca y que emplee un año suplementario, sin cobrar, para redactarla", dice Tuson. Investigar y preparar la tesis deberían ser los quehaceres casi exclusivos de un predoc, pero no es así.

Los adscritos a universidades pueden llegar a impartir 80 horas de clase anuales.