Barcelona dispone de nuevo desde ayer de un cardenal elector. A pesar de que en el 2005 el Vaticano optó por trocear la diócesis en tres y la demarcación dejó de ser la segunda mayor de Europa tras Milán, Benedicto XVI ha optado por consolidar la tradición de las últimas tres décadas en las que el arzobispo de Barcelona, primero Narcís Jubany y después Ricard Maria Carles, ha sido investido por los respectivos Papas como purpurado. El privilegio permite entrar en la capilla Sixtina para participar en la elección del Pontífice si se da el caso. Ayer, el actual arzobispo, Lluís Martínez Sistach, recogió el testigo en una solemne ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro que fue seguida, dentro y fuera del templo, por unos 20.000 feligreses

El Papa impuso la birreta, un gorro cuadrangular rojo de seda, a otros 22 cardenales, de los que solo 18 que no han cumplido los 80 años tendrían ahora voto en un eventual cónclave. Junto a Sistach, del ala moderada del episcopado español, Ratzinger convirtió en cardenal elector al arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, militante del sector eclesiástico más conservador. Un tercer español, jesuita octogenario, Urbano Navarrete, que dirigió la universidad de la Compañía de Jesús en Roma, la Gregoriana, también recibió el premio de la púrpura. Con Sistach y García-Gasco, son seis los cardenales electores españoles entre 120.

La ceremonia de ayer, que hoy tendrá su continuación con la imposición de los anillos, sirvió para evidenciar la querencia que el Papa tiene por Europa, con 10 de los 18 nuevos: Italia (4), España (2), Alemania (1), Francia (1), Irlanda (1) y Polonia (1).