Hace hoy justo un año y a los aficionados de verdad aún no se les ha borrado de la retina la imagen del estadio Atatürk de Estambul, repleto, entregado, rindiéndose a la gesta del Liverpool. Rafael Benítez Maudes (Madrid, 16 de abril de 1960), el modélico entrenador que había llevado al Extremadura a Primera División en mayo de 1998, seguía haciendo historia y engordando su curriculum desde su gesto de impenetrable modestia. Acababa de ganar su primera Liga de Campeones y la celebración llegó a las calles de Almendralejo. "Estuvo bien, es verdad. Cada momento tiene sus vivencias y sus imborrables recuerdos. Y me consta que algunos la montaron ahí la misma noche del partido y que un año después siguen frontándose los ojos. Pero ahí saben mucho de celebraciones futbolísticas. Tampoco voy a olvidar el desplazamientos masivo a Orense. Miles de personas apoyando a un Extremadura que al final conseguimos llevar a Primera de nuevo entre todos", dice Benítez.

Tras lo de Estambul vino la Supercopa de Europa en Mónaco y hace unos días la prestigiosa Copa FA inglesa. Desde su llegada a Liverpool ha disputado cinco finales y ha ganado tres, aunque sigue siendo el mismo tipo que paseaba calle Real arriba, calle Real abajo en el corazón de un Almendralejo embriagado por los éxitos balompédicos.

"Aquí desde luego la vida es distinta. Pero recuerdo con cariño aquellos paseos con mi hija Claudia recién nacida. Me encantó volver el pasado verano a recoger la distinción que el Centro de Iniciativas Turísticas tuvo a bien otorgarnos a Aiestarán y a mí. ¿Volver? Tengo un amigo que me insiste todos los días en que tengo que pasar por allí este verano. Es difícil. Acabamos de apurar la temporada, viene el Mundial y hay que planificar el próximo año. Pero como este amigo es muy tozudo... No lo sé, habrá que ver", indica entre risas.

La final de Estambul tiene un montón de iconos para la historia. Benítez reconoce que lo que se le quedó, y pudo ser una de las claves, fue "que cuando nos retirábamos a los vestuarios, con el 3-0 en contra, seguíamos oyendo los gritos, los cánticos, de nuestra afición. Les dije a los chavales que no les podíamos fallar. Y nos salió bien. Como pudo salirnos mal. Es un deporte, un juego al fin y al cabo".

Esa afición, la del equipo red , idolatra la figura de Benítez y es usual ver en la grada de los liverpoolians una imagen del boss de grandes dimensiones pasando de mano en mano en procesión. "La verdad es que me siento muy a gusto aquí. Muy valorado y respetado, trabajando con libertad..." Lo que no le gusta es ver al Extremadura en caída libre: "¿Qué está pasando? Me disgusta verlo así. Quiero verlo arriba. Su afición lo merece todo. De allí sólo tengo buenos recuerdos. ¿Los malos? Si los hubo ya se me olvidaron".