TLta canción francesa que más derechos de autor genera es el Bolero de Ravel. Lógico. Ninguna otra comulga tan cabalmente con ese espíritu de globalización que consiste en coger una ocurrencia de éxito y repetirla hasta el infinito, añadiendo en cada repetición un poco más de ruido y un poco más de boato. Puede que antes de la televisión existiera una cosa que se llamó España y otra llamada Francia y otra China, muy distintas entre sí. Hoy, piérdase usted en el rincón más remoto y verá cómo ni por esas se libra de muchachos vestidos como los pandilleros del Bronx, señoras a lo Lady Di y chicas dándose aires de Victoria Beckham , porque yo lo valgo. Hasta en Bilbao se come lasaña italiana, fideos chinos y hamburguesas americanas. Entonces, ¿qué tienen en la cabeza estos nacionalistas vascos que vuelven a meternos el miedo en el cuerpo? Poca cosa, excepto caspa. Su obsesión es que admitamos que Sabino Arana la tenía más grande que el Cid Campeador , que las tabernas se llamen herrico tabernas y las escuelas, ikastolas . ¿Y por esto debe morir gente? Pues, por lo visto, sí. Por eso, y por un concepto mercantil de la patria. Ven a España como los de la Mirinda veían a los de la Fanta, como un monopolio que les impide establecerse por su cuenta. Es un berrinche enquistado, que dura ya cincuenta años. ¡Cómo para encargarles a ellos la letra del himno nacional! Aunque, bien mirado, y para no ofender a nadie, yo propondría que la letra fuera en inglés. Como las canciones de Eurovisión. Algo moderno, que haga de lo original un plagio, de lo único una anáfora, de lo distinto una plaga. Seguro que entonces hasta el señor Otegi daba el do de pecho.