Les quiero con locura, daría mi vida por ellos". José Bretón se presentó ayer ante el tribunal popular que le juzga como un padre entregado a sus hijos. Siempre hablando de ellos en presente porque, al contrario de lo que sostiene la acusación y la fiscalía, asegura no saber "aún a día de hoy qué les ha pasado".

Durante más de cuatro horas de declaración, Bretón, que se enfrenta a una petición de 40 años de cárcel por asesinato, detalló cómo era su vida antes de que su mujer decidiera separarse y cómo su mayor disgusto fue que no podría "estar tanto" con sus hijos, de los que dijo que se encargaba casi en exclusiva. "Me querían, no me tenían miedo", afirmó. Su mujer, con la que había tenido hasta entonces una relación "plana, sin altibajos", en cambio "sí era reemplazable" como pareja, matizó.

"¿SI O NO?" Sin salirse ni un ápice del guion, el acusado evitó en todo momento decir directamente que no hizo daño a sus hijos. De hecho, el propio juez tuvo que indicarle que dejara de responder "es completamente falso" y "se limitara a un 'no o sí les maté'". Entonces, salvó la pregunta con un contundente "no".

Bretón explicó que el 8 de octubre del 2011, sobre las 13.30 horas, salió de casa de sus padres para comer con unos amigos, pero al quedarse los niños dormidos nada más montarse en el coche, se fue a la finca Las Quemadillas, donde percibió una columna de humo de otra finca cercana. Y negó haber parado para dar tranquilizantes a los pequeños, unas pastillas que le recetó el médico para tratar su "manía" de lavarse las manos pero que ayer dijo haber tirado porque no las necesitaba.

Según su relato, los niños durmieron en el coche durante cuatro horas, mientras él aprovechó para hacer labores de campo y quemar unos restos de basura de su exmujer. Cuando despertaron se fueron al parque y allí, mientras estaba apoyado en una barandilla, los perdió de vista: "Hasta el día de hoy no les he vuelto a ver".

Tanto la fiscalía como la acusación particular destacaron las contradicciones con los agentes que estuvieron con él, ya que Bretón negó haber bromeado con ellos, poner música en los registros o incluso decir que los niños "estaban cerca". Tampoco fue capaz de explicar el destino de los 200 litros de gasolina que compró días antes, más allá de que era más barato repostar así.

Sobre la hoguera, dijo que era pequeña, y que los agentes hablaron de que había huesos. Entonces les vio "mover trozos negros, como tizones", y cuando la forense dijo que no eran humanos les explicó que sí se habían podido quemar allí restos de animales con anterioridad.

RESPUESTA MEDITADAS Bretón demostró ayer conocer al dedillo toda la instrucción del caso y documentos que constan en el sumario. Con respuestas muy medidas, vagas cuando le interesaban, no dudó en dirigirse a los miembros del jurado varias veces para asegurarles que "tendrán ocasión de tener más datos" con los informes que se verán más adelante. Tan seguro se le vio que su abogado tuvo que decirle que se contuviera.