El juicio de José Bretón por la muerte de sus dos hijos de 6 y 2 años encara la recta final con la parte más técnica, la de las pruebas periciales y los informes de expertos. La sesión más importante será mañana, cuando declaren la perito policial que retrasó la resolución del caso al confundir los restos hallados en la hoguera de la finca familiar con huesos de animales, y los dos antropólogos que dieron un giro al caso 10 meses después al certificar que dichos restos eran de dos niños de corta edad.

Junto a los antropólogos Francisco Exteberría y José María Bermudez de Castro, esta semana también declararán los psiquiatras que describieron al acusado como manipulador pero sin trastornos de personalidad. Se verán además los informes que prueban que los niños no salieron de la finca, o los de telefonía móvil que desvelan las llamadas y las visitas previas del acusado a la finca familiar. No obstante, el foco de atención se centra en los dos centenares de huesecillos que constituyen la principal prueba contra Bretón, aunque su estado de deterioro a consecuencia de la extrema incineración a la que fueron sometidos ha hecho imposible cotejar el ADN. Los diversos informes periciales que los identifican se han basado, por tanto, en su morfología y el análisis comparado con otros huesos de esqueletos de niños. Primero mediante fotografías facilitadas al experto Francisco Exteberría y después con el examen directo.

Los errores en la identificación y el cuidado de esos restos serán parte principal de la estrategia de la defensa del acusado, que hasta ahora ha hecho hincapié en los fallos al preservar la hoguera que los agentes encontraron nada más registrar la finca. Costó trabajo que Bretón reconociera que había realizado la hoguera, y luego aseguró que en ella quemó solo apuntes y restos de animales.Los testigos incidieron en la frialdad de Bretón tras la desaparición.