TRtecurro a las vitaminas estos días para perseverar en la lectura de El puente de Alcántara , de Frank Baer . Un libro imprescindible , me aseguró un amigo. Lo que no dijo el bribón es que se trata de un armatoste de 1.077 páginas. Demasiados garbanzos para una sola cuchara, creo yo. Juan Rulfo se ganó meritoriamente la eternidad con dos libritos publicados --aparte las cartas destinadas a su mujer, Clara Aparicio , que finalmente han visto la luz--. En el programa A fondo (TVE, años 70), el escritor mejicano o mexicano declaró a Joaquín Soler Serrano que era su abuelo quien le contaba las historias que luego él escribía, y, claro, al morir el abuelo murió también su musa. Baer, al parecer, no tenía abuelo. O quizá tuviera un abuelo inmortal. Aun así, no entiendo ese interés en retratar un episodio de la Historia en una novela de 1.077 páginas cuando se puede hacer intrahistoria en una columna de 1.600 caracteres (medio folio de andar por casa, o sea). Y es que, como diría cierto torero, "tié que habé gente pa tó". No es nuevo el debate sobre la economía del lenguaje. Borges , alérgico a escribir novelas, afirmaba que a los Cien años de soledad de García Márquez le sobraban cincuenta. Los plumillas perezosos nos acogemos al aforismo de Gracián : "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

Baer dedicó cinco años de investigación histórica antes de sentarse a escribir la novela. El rigor y el encanto de la narración incitan al lector a no arrojar la toalla. Yo no desespero: si me doy prisa tal vez remate el libro antes de ver pasar el AVE por Extremadura. http://blogs.periodistadigital.com/adarve.php