Brisbane, la tercera ciudad de Australia, se prepara para afrontar en las próximas horas las inundaciones más devastadoras de las últimas décadas, cuando el agua alcance sus niveles más altos registrados hasta ahora. Ayer, miles de ciudadanos fueron evacuados ante el imparable avance de las riadas que asolan desde noviembre el estado de Queensland, al noreste del país, donde han muerto al menos 12 personas y se superan los 200.000 damnificados.

Tras semanas de lluvias torrenciales que han anegado un territorio equivalente al de Francia y Alemania juntas, ayer las condiciones meteorológicas mejoraron levemente, pero Queensland registró crecidas que irán a peor. El nivel del río Brisbane subió a los 4,5 metros, y afectó a 35 de los 50 suburbios de la ciudad. Calles enteras con viviendas y negocios quedaron anegados, el contenido de las cloacas se vertió al río y las plantas de tratamiento de agua potable resultaron afectadas.

La riada destrozó las terminales de los transbordadores que sirven de transporte público a lo largo del río, y arrancó de sus amarres a algunos barcos, que iban a la deriva por la piscina gigante en que se convirtió el centro de la ciudad, con dos millones de habitantes. El pronóstico para hoy es que el nivel del río alcance los 5,2 metros, una subida que afectará a 20.000 casas y 3.500 comercios, según un modelo generado por ordenador.

"Siento horror y asombro por el poder que tiene este río, y no paro de pensar en la gente cuyos medios de vida se le escapan ante nuestros ojos", dijo el alcalde, Campbell Newman, que calculó que la ciudad necesitará dos años para recuperarse de los daños, que ascenderán a miles de millones de dólares.

Los evacuados pernoctaron con amigos o familiares o en los centros de emergencia, y la policía cerró el acceso a zonas del área metropolitana. "Esto no es una atracción turística, sino un desastre natural muy grave. Quedaros en casa y no viajéis a menos que sea absolutamente necesario", dijo la primera ministra de Queensland, Anna Bligh.

ZONA CATASTROFICA Las escenas de caos vividas en Brisbane se repitieron en Ipswich, al oeste, donde unas 4.000 viviendas quedaron afectadas por la fuerte crecida del río Bremer. Tres cuartas partes del territorio de Queensland han sido declaradas zona catastrófica. Las riadas han penetrado en el norte del vecino Nueva Gales del Sur, y el resto de estados se mantiene en alerta, excepto el territorio de Canberra, la capital australiana.