Nacido en 1560 y muerto en 1621, el inglés Thomas Harriot pisó la cárcel tras un turbio asunto político, viajó a los actuales Estados Unidos, retrató a los indígenas del llamado Nuevo Mundo, vivió una apartada y cómoda vida mantenida por el bolsillo de su mecenas y, en la más absoluta intimidad, ya de vuelta en su tierra, dedicó sus últimos años a dibujar la Luna con ayuda de un telescopio y sin que nadie se percatara. Nadie salvo un amigo suyo llamado William Lower, quien tras ver sus mapas le otorgó uno de los escasos reconocimientos científicos que la oscura figura recibió mientras estuvo viva: "Parece una tarta que mi cocinera me preparó la semana pasada". Ahora, cuatro siglos después, cuando se celebra el año internacional de la astronomía, un historiador británico acaba de desempolvar varios documentos que prueban que Harriot dibujó esa tarta lunar exactamente el 26 de julio de 1609, cuatro meses antes de que lo hiciera el italiano Galileo Galilei, hasta ahora considerado el primer cartógrafo del satélite.

Se trata de figuras antitéticas. El inglés era rico, carecía de esposa e hijos y rehuía la fama, mientras que el italiano ganaba un sueldo raquítico, detestaba su trabajo en la universidad y sufría una vida familiar tempestuosa. Uno quería pasar desapercibido y el otro era un científico mucho más brillante que estaba hambriento de fama. En resumen: el primero no publicó sus hallazgos y el segundo, sí. "A Harriot no le importaba su carrera y Galileo solo pensaba en ella: quería confort y seguridad", ha dicho Allan Chapman, historiador científico de la universidad de Oxford y descubridor de los documentos que colocan, por fin, al ignoto astrónomo inglés en el primer puesto cronológico, de la cartografía lunar.

EL FESTIN DEL ECLIPSE Chapman publicará las conclusiones de su investigación en febrero, dentro del próximo número de la revista Astronomy and Geophysics , pero han bastado sus declaraciones, no contrarrestadas por ningún otro experto, para que la prensa inglesa se dé un festín de orgullo patriótico, con titulares como "El inglés que batió a Galileo", "El humilde inglés que dibujó la Luna antes que Galileo" o, en un plano más juguetón, "El inglés que eclipsó a Galileo".

"Thomas Harriot es un héroe de la ciencia no reconocido --sostiene Chapman--. Sus dibujos representan el comienzo de la historia moderna de la astronomía, en la que aún nos encontramos". Puede que el primero de ellos, el de julio de 1609, que aparece en esta página, fuera similar a una tarta y pareciese un rudimentario boceto infantil, pero el británico, integrante de la nutrida estirpe de los segundones científicos --formada por un Gottfried Leibniz oscurecido por Isaac Newton, un Edgar Wallace derrotado por Charles Darwin o un Elisha Gray vencido por Graham Bell--, refinó su técnica y capacidad de observación años después, poco antes de que, por motivos desconocidos, dejara de dirigir su telescopio hacia la luna.

LA REVANCHA, EN FLORENCIA Este verano, como parte del año internacional de la astronomía, dentro de una exposición dedicada a Galileo, el primer mapa lunar de Harriot --es decir, la "tarta"-- podrá verse en Florencia, la ciudad en la que el científico italiano publicó El mensajero de las estrellas . Entonces la revancha del "humilde inglés", como le ha bautizado algún medio británico, será completa.