La crisis del coronavirus ha prendido en Italia la mecha de una cadena de escenas xenófobas que se han registrado en distintas partes del país y que han afectado a personas de rasgos asiáticos. Muchos casos han salido a luz primero en las redes sociales, donde ciudadanos alarmados han relatado episodios de los cuales han sido víctimas o testigos. Insultos, amenazas y provocaciones. En Venecia, una pareja de turistas chinos incluso contó haber sido víctima de un grupo de adolescentes que les persiguieron y escupieron. Uno de los últimos episodios fue denunciado por Lala Hu, profesora de la Universidad Católica de Milán. Hu relató que regresaba en tren de dar clases cuando se topó con dos mujeres que empezaron a reírse y hacer mofa de ella.

Pero uno de los acontecimientos más preocupantes ha ocurrido un pueblo de 1.700 habitantes de la tranquila provincia de Rovigo, en la región de Véneto (noreste). La presencia de dos niños llegados desde hace poco de China provocó una ola de quejas y protestas de los padres de una escuela, que pidieron que ninguno de los dos tenga contacto alguno con sus hijos. Ello finalmente ha obligado a las autoridades a pedir nuevos análisis médicos para que los dos niños -que no tienen síntomas y no provienen de Wuhan, la ciudad china donde estalló el brote- puedan regresar a la escuela y se apague así la psicosis que el coronavirus ha generado en la localidad, según cuenta la prensa local.

El fútbol tampoco se ha librado. Un ejemplo de ello ha sido lo sufrido el pasado sábado por un adolescente italochino de 13 años. Su equipo, el Cesano Boscone Idrostar (Milán), jugaba contra otro conjunto de un campeonato juvenil italiano, el Ssd Ausonia 1931, cuando, en el minuto 35 del segundo tiempo, el joven se cansó de los insultos y salió llorando hacia los vestuarios. «Fue insultado y humillado solo por ser chino. Y todo ha pasado en la indiferencia. Esto da miedo», denunció su equipo en Facebook.