THtabitualmente el consumo de bocadillo, una costumbre tan española, es bastante alto, pero hay fechas en que su consumo se dispara, ya no solo entre la juventud sino a cualquier edad y si miramos en nuestro entorno estamos en unas fechas, el Womad, donde el bocadillo se convierte en el rey de la mesa. Aunque estemos en un periodo donde se está redescubriendo la cocina regional como si fuese una cosa novísima, cuando desde el siglo XIX el famoso gastrónomo Doctor Thebussem se quejaba de algunas imbecilidades gastronómicas de la tierra de Renoir y defendía con su pluma, como si de espada se tratara, todo lo que olía a cocina regional española.

Pues ahí están hoy los chef, que todo lo que huele a tradicional, lo transforman en toques de modernidad. Y en este tiempo a la sombra de los nuevos tiempos se nos ha sentado a nuestra mesa, junto al "bocata", las pizzas y hamburguesas. Y entre todo esto el bocadillo se defiende hasta tal punto que en países como Inglaterra el "bocata" le está tomando terreno al sándwich.

Quién de los niños de los cincuenta, los sesenta y hasta setenta no ha salido del colegio y se ha estampado una bocadillo de chorizo o mortadela o arenques o morcilla o mantequilla para merendar; quién no se ha tomado una tableta de chocolate metida en el pan; quién no se ha zampado un "jollo de pan con acente ", como decía mi vecino el Curriqui . Cuando se tiene hambruna una de las mejores formas de espantarla es un bocadillo con productos "marranos", y no esa modernidad anglosajona del sandwich hecho de pan de molde.

El placer gastronómico, en múltiples ocasiones, se encuentra en la sencillez. En un simple bocadillo de bonito con tomate (¿quién no se lo ha comido con una cerveza y le ha sabido a gloria). Un panecillo recién horneado, caliente, exhumando esencia de tahona no hay quién se resista a meterle en el vientre una buena loncha de jamón o lomo. O cortar una rebanada de pan "abogao " y colocarla a la brasa, untarla de aceite y restregarle ajo cuando el sol comienza a despuntar por las encinas de la dehesa extremeña. O tomar un tazón de Pan de la Reina pan con leche; se le llama así porque era uno de los desayunos y meriendas favoritos de la Reina de Médicis, '1630'. Y qué me dicen de ese "pan de pueblo" que Zurbarán pintó en su obra San Hugo en el refectorio , que parece decirnos tómame y quítate la necesidad.

Para finalizar me agarro a un refrán, por aquello de que hoy las nuevas generaciones están perdiendo lo de comer con pan: "ni mesa sin pan, ni mocita sin galán".