El jamón de bellota constituye uno de los más exquisitos manjares de la gastronomía, pero a la exigencia de calidad se une la necesidad de un excelente corte y preparado. Todo ello contribuye a elevar el disfrute de sus sabores y sus aromas.

Cortar jamón ibérico implica arte, experiencia, amor y buen hacer, pero presentarlo también forma parte de la singular escenografía de este producto: el jamón se come en lonchas muy finas y atemperado (templado), puesto que el frío impide la perfecta distinción de sus sabores. Los más afamados expertos consiguen atemperar el jamón introduciendo el plato, donde se va a servir, vacío en el microondas para calentarlo. De esta forma, la grasa entreverada refulgirá y el paladar detectará su singularidad.

No obstante, los restauradores no alcanzan un acuerdo sobre si el jamón de bellota debe complementar otros preparados culinario o debe degustarse siempre solo. Para unos, la mezcla altera el sabor y, para otros, lo enriquece.

LOS CONSEJOS

Disfrutar de los sabores y aromas del jamón ibérico depende, en algunas ocasiones, del buen corte y de la buena preparación.

El jamón debe abrirse por la maza (por la parte más gruesa), si su degustación se realiza en un restaurante; pero si el jamón es para el consumo familiar la parte más fina es la zona apropiada con el fin de evitar que se reseque.

Tras el corte de una ración (tanto en casa como en un restaurante), hay que tapar la parte cortada: primero, con raspadura de tocino; luego, con la loncha de tocino y, posteriormente, con papel de plata para impedir que se seque.

A la hora de cortar, además de hacerlo en lonchas finas, se debe buscar que haya partes de tocino entreverado. Por último, el jamón ha de estar atemperado, a una temperatura cálida, nunca frío, de esta forma se extrae todo el aroma y sabor del rey del ibérico.