La verdad es que se esperaba más de los novillos de Fuente Ymbro. Una ganadería que siempre se ha distinguido por su bravura, ayer dio todo un curso de mansedumbre. No es que los novillos no dejaran estar a los jóvenes toreros, sino que el defenderse fue la tónica del encierro. Se salvó el quinto novillo de la tarde, que le cupo en suerte, y nunca mejor empleado el calificativo, al salmantino Juan del Alamo. Y el torero aprovecho a un animal que tuvo cadencia en sus embestidas pero del que había que tirar y llevarlo hacia delante.

Lo entendió muy bien Del Alamo cuando tras lancear con empaque y quietud, inició la faena sin obligarlo y ayudándolo a ir hacia delante. Después brotaron series en redondo con ambas manos de muy buena factura. Enganchaba al astado por delante, corría la mano con limpieza y lo llevaba hasta donde daba el brazo. Fue un trasteo que dejó un grato sabor, porque además este torero tiene una agraciada figura y sus movimientos son cadenciosos. Paseó las dos orejas y dejó la sensación de que con él puede Salamanca tener una figura del toreo. Con el bravucón segundo, áspero y siempre a la defensiva, no se encontró pues se sucedieron los desarmes.

Paco Chaves tuvo mal lote. Un noble pero blando primero, que no transmitía, y un manso violento. Banderilleó a con entrega y estuvo valiente toda la tarde, sin poder lucir. Completó el cartel Tulio Salguero, quien sorteó un primer toro manso y aquerenciado a tablas, con el que estuvo decoroso, y otro que hizo sexto, el cual se desentendía de engaño pero al que buscó las vueltas con aguante y firmeza en los toques, cuajando alguna serie estimable en redondo y mostrándose muy por encima.