TEts la cara del asesino. En fotos, en televisión la he visto. La cara vacía. Porque no es nada, a pesar de que intenta enmascararla con una sonrisa que pretende acercarla a una normalidad que le chirría en los dientes. Todo es un rictus hueco, una oquedad de ojos, una ausencia absoluta. Txapote , chapapote. Negro, sucio, pegajoso. Es la imagen del vómito, de las tripas revueltas, de la egagrópila en pecera blindada de dentro hacia fuera. Es la sublimación de la excrecencia, del cagajón, del asco hacia la mierda más pestosa.

Anda el bicho pavoneándose en su miseria, aleteando espolones de gallo acobardado, cacareando salmos de gudari. Anda el bicho enjaulado. Y sale al escenario a representar su papel en directo, histrión de la amargura. Se ríe, cuchichea con la bruja que defeca a su lado en el acuario. Se sienta, se levanta. Es un mono de feria cutre, repugnante. Saca su pecho fofo, zureo castrado de palomo cojo, queriendo aparentar lo que sus calzoncillos no sostienen. Está visto el imbécil para sentencia. Así se pudra en vida.

Mientras, el proceso de paz sigue su curso. Parece que no ha habido interferencias en la hoja de ruta. Han detenido a tropel de etarras con el botín de la extorsión mafiosa pero, según Rubalcaba, ministro del Interior de sí mismo, eso no es impedimento para seguir adelante con el diálogo. Lo cual que entre felones anda el juego y con estos bueyes hay que arar.

Por cierto, a propósito de bueyes, Zapatero sigue con su sonrisa bobalicona. Qué misterio, primo: ¿De qué coño se reirá este payo? jabuizaunex.es