La anunciada desaparición de la divisa de Sánchez Cobaleda, por razones económicas, deja a las provincias de Cáceres y Salamanca como últimos reductos puros de los célebres patasblancas, como desde hace décadas se conocen a estos toros de encaste Vega-Villar.

La ganadería de Barcial -que regenta Jesús Sánchez Cobaleda y pasta en fincas charras situadas en San Pedro de Rozados y Beleña (Salamanca)-, la de Francisco Galache -en Villavieja y Martín de Yeltes (Salamanca)- y la de Monteviejo -que Victorino Martín cuida en Moraleja (Cáceres)- son los últimos reductos de ese encaste que en 2014 deberá cumplir un siglo de vida si antes no desaparece.

Fue en 1914 cuando el criador de El Escorial (Madrid) José Vega decidió vender a los zamoranos hermanos Villar su ganadería -de procedencia Vazqueña (Duque de Veragua) y Vistahermosa (Conde de Santa Coloma)-, el momento en que nació el que luego se consolidó como encaste Vega-Villar, con el frecuente rasgo en sus reses de tener las patas de color blanco.

Desde mediados del siglo XX, en que experimentaron un auge que les llevó a ser codiciados por las empresas, toreros y aficionados, comenzó un lento declive que en 2003 experimentó un fuerte retroceso como han explicado a Efe los propios ganaderos.

Para Jesús Sánchez Cobaleda, de la ganadería de Barcial y que cada año hierra sesenta machos, el problema es que los toreros no los quieren porque "salen muy bravos, se dejan matar en el caballo y se paran en la muleta, por lo que hay que saberlos torear muy bien".

Aún así, este criador mantiene firme su compromiso de continuidad.

Para Paco Galache, "uno de los grandes problemas son las exigencias sanitarias por parte de la Junta de Castilla y León que, como sigan así, acaban con nosotros".

Esas exigencias hacen prácticamente inviable, desde el punto de vista económico, que la divisa de Francisco Galache se anuncia en ruedos internacionales como los de Francia y Portugal, por lo que no ve "muy claro" el futuro próximo de su ganadería.

Lejos quedan los recuerdos de muchos triunfos en las plazas de primera o aquel toro "Andaluz" que mató Manolete en Barcelona en los años 40 "y que se lo acabó regalando a Winston Churchill", ha recordado a Efe.

Según el propio ganadero, "este toro fue subastado en Inglaterra hace ocho o diez años por nueve millones de euros".

Los patasblancas, así reconocidos entre la afición por el color albar de sus extremidades, eran asiduos en los premios de las principales ferias españolas en los años sesenta y setenta del siglo XX.

El encaste Vega-Villar tiene que vivir de recuerdos de toros como "Bolinchón", de Barcial, que fue lidiado en Bilbao en los setenta y en los corrales se mostró muy dócil ante los aficionados y empleados de la plaza.

En su lidia "el toro fue muy bravo", ha explicado Jesús Sánchez Cobaleda, que encarna la cuarta generación de la ganadería de Barcial.

Victorino Martín es otro de los ganaderos que mantiene este encaste en su finca cacereña de Monteviejo.

La última divisa con "patasblancas" puros en tirar la toalla ha sido la de Sánchez Cobaleda que, por falta de viabilidad, fue enviada por completo al matadero desde su finca salmantina de Castillejo de Huebra, en la localidad de Muñoz.

En su día también existió este encaste en México, en la ganadería de Chafic, aunque según el propio Paco Galache, "de esto ya no queda nada".