La Policía Nacional detuvo el pasado martes en Barcelona al empresario ruso Konstantin Mrykhin, considerado el principal responsable del incendio de la discoteca Khromaya Losad (El caballo cojo) de la localidad de Perm (situada al pie de los montes Urales), en el que murieron 156 personas, en su mayoría jóvenes, el pasado mes de diciembre. El arrestado, que ayer ingresó en prisión por orden del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, era buscado por las autoridades rusas por haber organizado, obviando todas las medidas de seguridad, los fuegos artificiales que se lanzaron en el interior del club y que fueron los desencadenantes de la tragedia.

Mrykhin se había fugado de Rusia tras el accidente para eludir una posible condena de 10 años de cárcel por un delito de homicidio imprudente. El acusado se trasladó a Barcelona y se instaló en una vivienda situada en el número 132 de la calle de Llacuna, donde llevaba una vida discreta para no levantar sospechas. El fugitivo era el director comercial del club en el que el 5 de diciembre del 2009 se originó el incendio provocado por el uso de fuegos artificiales en el interior del recinto, que carecía de las preceptivas medidas de seguridad. Ese día, la discoteca celebraba una fiesta para conmemorar el octavo aniversario de su inauguración, a la que asistieron unas 300 personas, muchas de las cuales quedaron atrapadas en la avalancha humana que se originó por el pánico a las llamas y porque el establecimiento tenía la mayoría de las salidas de emergencia cerradas.

Tras tener conocimiento de que se podía haber trasladado a la capital catalana, los investigadores consiguieron localizar su vivienda y le sometieron a continuas vigilancia. Su detención se llevó a cabo en el distrito 22@ de Barcelona, en las proximidades del centro comercial de las Glòries. Mrykhin, que no opuso resistencia al arresto, fue trasladado a Madrid para comparecer ante el juez de la Audiencia Nacional que lleva el caso. Fuentes jurídicas explicaron ayer que el empresario ruso se negó a ser extraditado a su país. No obstante, una vez que Rusia formalice su petición para que el acusado le sea entregado, se celebrará una vista de extradición para decretar su entrega a las autoridades de su país.

Ayer, los vecinos que han convivido en el mismo edificio con el empresario ruso no salían de su asombro. "Cada vez que lo pienso se me pone la piel de gallina", comentó la madre de uno de los propietarios, que aseguró que el detenido no había causado ningún tipo de problema y que se comportaba con normalidad, aunque mantenía la distancia con el resto de residentes. "No acostumbraba a saludar, y si te lo encontrabas en el ascensor, agachaba la cabeza y te ignoraba", comentó la mujer.