Pocas empresas son capaces de adaptarse a los cambios del entorno tan rápido como las entidades delictivas. Prueba de ello es la red de falsificadores brasileños que, desde Barcelona, sacaba partido del fenómeno típico de la crisis: el paro. La banda falsificaba cotizaciones a la Seguridad Social de trabajadores fantasma para cobrar sus subsidios de desempleo. Con ese método, estafó cerca de 600.000 euros al Seguro.

Los investigadores de la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsificaciones Documentales (UCRIF) de la Jefatura de Superior de Policía de Catalunya detuvieron a los 27 miembros de la banda, todos brasileños, y llevaron a cabo 10 registros, ocho en domicilios y dos en gestorías, en Barcelona, Santa Coloma, Badalona, Premià de Mar, Cornellà, Sant Adrià de Besòs y Gavà.

La banda había desarrollado un complejo modus operandi. El primer paso consistía en localizar a portugueses que trabajaran en España y comprarles sus carnets de indentidad. Les preguntaban cuánto tiempo llevaban cotizando y calculaban así lo que a cada uno le faltaba para tener derecho a cobrar el paro.

La banda empleaba esos carnets para dar de alta a trabajadores ficticios a los que contrataba en una empresa fantasma registrada por la propia organización. La red pagaba las cotizaciones de esos empleados fantasma hasta que cumplían el mínimo necesario para percibir el paro. Cuando el contrato finalizaba, los trabajadores comenzaban a cobrar el desempleo en una cuenta bancaria que la red había abierto por internet.

Con ese método, el grupo logró colar más de 200 expedientes de desempleo. En los registros, los agentes hallaron otros 20 a punto de ser presentados a la Seguridad Social. Entre los integrantes de la red había varios falsificadores que trucaban los documentos de identidad para poder hacer los trámites. La banda estaba encabezada por un individuo brasileño que dirigía las operaciones desde su país, donde fue detenido, y por su esposa, que residía en España.