Ryan Sager, profesor de matemáticas y bloguero de la página de noticias True / Slant --, ha hecho, que se sepa, el primer amago de estudio para tratar de dar sentido a la decisión de escoger una fila u otra en el supermercado. No un esfuerzo científico, pero tampoco lo bastante informal como para menospreciar su voluntad de orientar al comprador. Y para orientarlo le explica lo siguiente: un fila se eterniza por las personas, no por los productos. En el tiempo que tarda una fila en avanzar pesa más la cantidad de momentos de pago (saludar, buscar la cartera, extender los billetes, esperar, recibir el cambio, guardarlo) que la cantidad de artículos registrados. Sager calculó que cada momento de pago añade 48 segundos al tiempo de espera, mientras que el tiempo añadido por producto es inferior a tres. Concluye que no hay que hacer caso a las cajas rápidas: suelen estar llenas de momentos de pago. "Cada producto extra cuesta un promedio de 2,8 segundos. Por tanto, tendría que haber 17 productos adicionales para que esa espera cuente como una persona más".