Un juez de Bilbao dictaminó ayer que prevalece el interés de los ciudadanos sobre una obra artística. O, resumiendo, que los peatones no deben ser castigados a caminar más por un puente, aunque sea un prodigio de diseño firmado por Santiago Calatrava, si pueden ahorrarse el esfuerzo bajando por una pasarela de Arata Isozaki. La sentencia que ayer emitió un juzgado de Bilbao desestima la querella que puso el arquitecto valenciano contra el ayuntamiento de la ciudad y las constructoras de un conjunto de edificios diseñados por su colega el japonés Arata Isozaki.

Calatrava no soportó el retoque en forma de pasarela que Isozaki adosó a su puente peatonal construido sobre el río Nervión entre 1990 y 1997. El viaducto de Campo Volantín, ahora conocido como de Zubi Zuri, es uno de los 50 puentes que ha diseñado Calatrava a lo largo de su carrera, según un censo del libro Santiago Calatrava. Los puentes (Electa). También es el que le ha dado más disgustos, aunque estas minucias no figuran en el elegante catálogo. El pavimento se hace resbaladizo cuando llueve y los resbalones y las caídas eran tan frecuentes que hubo en el barrio un conato de rebelión.

Pero lo que Calatrava no toleró es que mutilasen su obra cuando se urbanizó la zona, a unos 500 metros del Museo Guggenheim. Isozaki diseñó dos edificios y simplificó la conexión entre las orillas de la ría eliminando un tramo de barandilla del puente, lo que acabó de indignar a Calatrava, que esperaba que el ayuntamiento le consultara el retoque. El valenciano inició la demanda alegando que el "apéndice colocado sin permiso" vulneraba su creación original y sus derechos legítimos.

La sentencia, difundida por Efe, se los reconoce plenamente e incluso considera "incomprensible" que el consistorio no le consultara. Pero dictamina que, sobre la integridad de la obra, prevalece el derecho de los ciudadanos a cruzar la ría sin las subidas y bajadas que exige el diseño de Calatrava, "que hacen más dificultoso" el trayecto.

El estudio de Calatrava emitió ayer un comunicado dando cuenta de la "satisfacción moral" del arquitecto al reconocerse su puente como una obra artística. La nota tiene un tono conciliador en unos momentos en que se cuestiona su trabajo. Hace pocos días el catalán Ricardo Bofill le recriminó que haya construido en el Jardín del Turia (Valencia), que él proyectó, edificios de la Ciudad de las Artes que "funcionan mal urbanísticamente".