TRES GRANDES fuegos ardían ayer en distintos puntos del estado de California. La peor amenaza se vivía en el valle de San Fernando, donde el avance de las llamas llevó al gobernador, Arnold Schwarzenegger, a decretar el estado de excepción en dos condados, uno de ellos el de Los Angeles. Al menos dos personas habían muerto hasta ayer por el fuego o el humo, más de 4.000 hectáreas habían ardido y cerca de 50 edificios (casas, fábricas y locales) habían quedado reducidos a cenizas. Como es ya habitual cada otoño, en el sur de California se ha vuelto a dar lo que Schwarzenegger llamó ayer "la tormenta perfecta": calor, baja humedad y, sobre todo, los vientos de Santa Ana.