"Es la peor ola de incendios en los últimos diez años". El todavía gobernador de California, Gray Davies, definió ayer así la catástrofe a la que se enfrenta el estado norteamericano. Anoche, el número de muertos se había elevado a 14, según fuentes oficiales, y el fuego seguía extendiéndose espoleado por la fuerza del viento --con ráfagas de hasta 72 kilómetros por hora-- y las altas temperaturas --de hasta 32 grados--.

Las llamas, concentradas en 10 focos distintos, han arrasado ya más de 100.000 hectáreas, destrozado unas 700 casas y obligado a desalojar a 40.000 personas de sus hogares. Los 8.000 bomberos que ayer combatían el fuego encontraron un escollo insuperable en el clima.