Nacer mujer en España a finales del XIX no era nada fácil. El hecho de serlo era una condena: analfabetismo, represión, falta absoluta de derechos políticos o sociales e incluso negación de la propia condición de persona adulta, ya que ellas pasaban de ser propiedad del padre a pertenencia del marido. Si hoy estamos en una situación diferente se lo debemos a quienes se adelantaron a su tiempo e hicieron el trabajo más difícil, el de romper con unas normas establecidas por la fuerza de la testosterona y no por la razón. Una mujer, allá por el año 1919, escribió La condición social de la mujer en España . Luego fue diputada por Badajoz durante las tres primeras legislaturas de la democracia en España. Hizo la primera traducción de Kafka al español, escribió siete libros más, dio conferencias en Méjico y por toda Europa hasta que murió en el exilio, mientras en España reinaba una dictadura surgida del fascismo. Hace más de 20 años que una calle de Badajoz pasó a llevar su nombre y esta semana pasada nos enteramos de que el ayuntamiento de la ciudad, en una rabieta ante la obligación legal de retirar los homenajes a golpistas como Mola ha optado por borrar el nombre de Margarita Nelken del callejero. No debe de ser muy alto el aprecio de la lucha por la igualdad que tendrán quienes creen que la primera mujer que representó democráticamente a Badajoz no merece ni siquiera una calle estrecha y mal asfaltada. Uno no sabe si lo hacen porque ignoran quién fue o porque les duelen los importantes cambios que nuestras sociedades van logrando y que ella, casi en solitario, inició hace un siglo.