La ministra Carmen Calvo entró el domingo en la gala de los Goya cuajada de lazadas y corazones. Y por su cara zen, más parecía vestida en acto de servicio que por un capricho. Había una historia detrás del vestido que se había hecho a medida en el taller de Agatha Ruiz de la Prada. En una reunión con la Asociación de Creadores de Moda de España, la ministra de Cultura se había comprometido a promocionar el made in Spain a lo gonzo : con su propio ropero. Y para que no hubiera discriminaciones, dijo que elegiría a los diseñadores por orden alfabético.

La primera, empezando por la a --de arriesgada --, es Agatha. Luego, explicó, vendrán David Delfín y compañía. "Tuvo una forma simpática de resolverlo", asegura Modesto Lomba, presidente de la asociación, en alusión a la política antidiscriminatoria de Calvo. "El compromiso fue una iniciativa suya", añade Lomba. Y para desactivar cualquier malentendido al otro lado del puente aéreo (entre la Asociación de Diseñadores Gaudí), el modisto dice que ese "trato personal y verbal" no se ciñe a los creadores de Madrid.

Ministra de palabra, Calvo se presentó días atrás en el taller de Agatha Ruiz de la Prada en la calle de Ortega y Gasset. Ojeó los catálogos con los conjuntos de pasarela y eligió el traje. Aunque cueste imaginar a alguien vestido de Agatha que no sea Agatha, en el estudio aseguran que Calvo no es la primera persona de un Consejo de Ministros que se apunta al tecnicolor.

Lomba confiesa que sintió "gran ilusión" cuando vio a la ministra en los Goya. "Arriesgó y estaba guapísima. Además, contribuyó a dar un poco de glamour a los Goya", añade, proselitista. Al menos en Madrid, hay consenso. A pesar de los codazos y murmullos que provocó en la gala, los especialistas han alabado la gallardía de Calvo.

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