Sucedió el 17 de diciembre en un restaurante de Phoenix (Estados Unidos). En el local, de nombre Pita Jungle, trabaja Sarah Clark, una joven de 29 años, embarazada de casi nueve meses. Se espera que dé a luz el 8 de enero, pero sigue repartiendo platos y bebidas porque necesita el dinero. Una clienta anónima, también encinta, le dejó una propina de 900 dólares. Un regalo de Navidad inesperado.

La factura subió a 961 dólares, pero solo 61 correspondían a la comida para llevar que había pedido en la barra del establecimiento. Al parecer, según relata la cadena CBS5, la cliente había hablado en varias ocasiones con la camarera. El dinero vendrá muy bien a Clark, ya que su prometido será operado de la rodilla esta misma semana y también estará convaleciente durante una temporada.

"Es una gran ayuda para mi y para mi familia porque durante un tiempo no tendremos ningún ingreso. Siempre escuchas este tipo de historias pero nunca esperas que te pase a ti", ha explicado la camarera, que trabaja en el Pita Jungle desde hace siete años. La generosa clienta le dejó una nota en la misma factura: "Dios nos dio este dinero a nosotros para que te lo pudiéramos entregar a ti".