TEtl dolor, cuando llega, te desborda. Cada día nos quejamos de cosas futiles y absurdas. Cada jornada nos esforzamos vanidosamente en hacerle la puñeta al otro sin piedad. ¡Cuánto esfuerzo desperdiciado! Pero una mañana se presenta la enfermedad, en ti o en alguien querido. ¡Y qué pronto cambia la escala de valores! Ya no importan las colillas del vecino en la escalera, ni el rayón que hiciste al coche en el garaje. Entonces te das cuenta de que tu vida o la de los tuyos está en manos de otros, de médicos, de enfermeros o de amigos. Es cuando se empieza a apreciar a los demás, a valorar sus virtudes y a no recrearse en sus defectos.

A medida que crecemos aumenta la cifra de seres amados que enferman, sufren y mueren. Es una terrible ley de vida. Siempre suelo hacer algo de humor en este espacio, pero me gustaría que este texto de hoy sirviera para que quien lo leyera se preocupara por el hermano, vecino o amigo que sufre la enfermedad o el abandono. A pesar de nuestra sociedad de confort esa gente existe. Están más cerca de lo que creemos, padeciendo en silencio, envueltos en el grito invisible de la desesperanza.

Estoy seguro de que hay un lugar en el que se toma buena nota de todas las acciones con los hermanos. Llamémosle Karma, Cielo, Archivos Akásicos o simplemente Justicia. Porque habrá un momento en el que todos tendremos que pasar por esa metamorfosis, dejar el equipo que nos han prestado para evolucionar por la tierra, y dar un salto mortal al infinito. Refrán: Ayuda al enfermo y tu descanso será eterno.