La 16 conferencia de la ONU sobre cambio climático (COP 16), celebrada en Cancún (México), pasará a la historia --si merece ese honor-- por haber rehecho las negociaciones dinamitadas en la cumbre de Copenhague del 2009, pero también por no haber logrado ningún acuerdo de relevancia. Los asuntos fundamentales, los que atañen a la mitigación del efecto invernadero y a las bases jurídicas del texto que ha de sustituir o prorrogar el protocolo de Kioto, se dejarán para mejores ocasiones. La vista está ahora puesta en Durban (Suráfrica), que en diciembre del 2011 acogerá la COP 17, pero tal como están las cosas lo más probable es que haya que esperar incluso un año más para alcanzar pactos significativos.

La cumbre, que debía clausurarse la pasada medianoche en horario español, se alargó interminablemente, como es habitual en estos encuentros, y todo indicaba al cierre de esta edición que los diplomáticos presentes en el plenario iban a tomar mucho café. Las reglas del juego de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC), que exigen aprobar los acuerdos por mayoría absoluta, derivan en una sucesión interminable de discursos sin contenidos concretos más allá del consabido "cada vez queda menos tiempo para atajar el problema". Las llamadas a la celeridad de la secretaria de la UNFCCC, la costarricense Christiana Figueres, no surtieron efecto. "Todavía tenemos mucho trabajo por hacer", admitió por la tarde la presidenta de la conferencia, la mexicana Patricia Espinosa.

"El paquete empieza a tomar forma, pero hay áreas que no son menores, sino cruciales, en las que no se avanza", insistió la comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard. Al menos, como anunció el ministro bangladesí Hasan Mahmud, el fondo de adaptación, una ayuda millonaria de urgencia para los países más pobres, estaba prácticamente encarrilado. "Aunque quizá haya que definir los detalles más adelante", añadió Mahmud. También había ciertos progresos en cuestiones de transferencia tecnológica y ayudas contra la deforestación, otros dos asuntos capitales.

LA PRORROGA DE KIOTO El principal escollo en los últimos y decisivos compases de la conferencia era el esfuerzo que deben asumir los países con el CO2, el principal gas de efecto invernadero. El protocolo de Kioto, firmado en 1997, establecía compromisos vinculantes hasta el 2012 para 40 países industrializados, llamados del Anexo 1, pero todavía no está decidido qué pasará en el periodo posterior, 2012- 2020. Japón, flanqueado por Rusia, Australia y Canadá, no estaba ±dispuesto a firmar una prórroga de Kioto si EEUU sigue al margen y China no tiene ningún tipo de obligaciónO, relató Aida Vila, especialista en cambio climático de Greenpeace. El representante del Grupo 77 (que engloba a los países en desarrollo), el congoleño Tosi Mpanu, llegó a apelar al "honor japonés" para tratar de convencer a los díscolos.

Las propuestas que anoche se encontraban sobre la mesa en Cancún, heredadas de Copenhague, eran del todo insuficientes "para evitar un aumento de la temperatura de dos grados con respecto a los niveles preindustriales, que es lo que están pidiendo los científicos", recordó Salvador Samitier, director de la Oficina Catalana de Cambio Climático. "Aquí todo el mundo deberá ceder un poco para mantener vivo un acuerdo amparado por la Naciones Unidas, aunque sea pobre, e ir perfilándolo en los próximos meses", añadió Llorenç Serrano, secretario confederal de Medio Ambiente del sindicato español Comisiones Obreras.