Francesco Schettino, el comandante del Costa Concordia , echó ayer la culpa del naufragio del crucero, la noche del 13 de enero del 2012, al timonel por no haber seguido sus instrucciones. La Fiscalía de Florencia, por su parte, impugnó las pena pactadas por los otros cinco acusados a cambio de admitir la culpa. En el teatro Moderno de Grossetto se reemprendió ayer el proceso por el siniestro en el que perecieron 32 personas, mientras que otras dos están aún desaparecidas.

Schettino se defendió aduciendo que quiso colocar la nave paralela a los escollos para evitar o al menos suavizar el impacto, por lo que dio la orden al timonel Jacob Rusli Bin, de Indonesia, que tardó 13 segundos en realizar la maniobra. "Si hubiésemos conseguido la contrarrotación, la nave se habría inmovilizado y habríamos salido indemnes", dijo Schettino. El retraso del timonel consta en las grabaciones de la caja negra. Sin embargo, Giuseppe Cavo Dragone, jefe de los peritos de la fiscalía, explicó en el juicio que "el choque se habría producido igualmente".

La audiencia se ocupó también del hecho de que no funcionó el generador de emergencia del buque, como consta en los peritajes, circunstancia que según la defensa de Schettino pudo afectar al funcionamiento de los aparatos tras el choque, como los ascensores y las puertas que cierran la nave en compartimentos estancos. "No tuvo influencia", rebatió la fiscalía.

La defensa insiste también en que se explique por qué la nave naufragó ladeada, cuando por "normas y principios de construcción debería haberse hundido vertical, posándose en el fondo, como hizo el Titanic". La fiscalía de Florencia impugnó ayer, por demasiado bajas (dos años y 10 meses la más elevada), las penas pactadas por cinco oficiales del crucero a cambio de la confesión de homicidio múltiple. Carnival Corporation, propietaria de la nave, considerada víctima del naufragio, ya ha salido del proceso con el pago de un millón de euros y tras ofrecer extrajudicialmente 14.000 euros por náufrago.