El cardenal australiano y extesorero del Vaticano George Pell fue puesto en libertad ayer ras ganar su recurso de apelación ante la máxima instancia judicial de Australia después de haber sido condenado a seis años de cárcel por cinco cargos de abusos sexuales a menores en los años 90.

El pleno de los magistrados del Tribunal Superior de Australia, que analizó a mediados de marzo la apelación de Pell, ordena que «se anulen sus condenas y se dicten sentencias absolutorias», al considerar que las pruebas condenatorias presentadas en el juicio «establecieron la culpabilidad sin el nivel de prueba requerido».

A UN MONASTERIO / Tras conocerse el fallo, el cardenal de 78 años abandonó la prisión de Barwon, a unos 68 kilómetros al sur de la ciudad de Melbourne, y fue trasladado a un monasterio. El exnúmero tres del Vaticano, la figura de mayor rango en la jerarquía de la Iglesia católica que ha comparecido ante un tribunal por acusaciones de pederastia, siempre mantuvo su inocencia y, tras ser liberado, no hizo declaraciones a los periodistas. Sí afirmó, en un comunicado, que espera que su absolución no añada «dolor y amargura» a las víctimas de abusos sexuales.

La decisión del tribunal pone fin a una batalla legal que comenzó cuando la policía del estado de Victoria acusó a Pell en el 2017 de dos casos de pederastia: uno contra dos niños, J. y R., en la catedral de Saint Patrick de Melbourne en 1996 y 1997, y otro por abusos en la ciudad de Ballarat en la década de 1970, que después fue desestimado.

Pese a la absolución, Pell habrá de enfrentarse a un proceso civil presentado por el padre de una de sus presuntas víctimas, que murió de una sobredosis de drogas, por el impacto que los hechos tuvieron en su vida.

Días antes del fallo del Tribunal Superior, la cadena local ABC difundió dos nuevos testimonios de presuntas víctimas de pederastia de Pell en Ballarat, su ciudad natal, que están relacionados con la causa archivada.

El fallo también allana el camino para que se levanten las restricciones a la publicación de varias secciones del informe final de la comisión gubernamental que investigó la respuesta de las instituciones a los abusos sexuales a menores en Australia vinculados con George Pell. Pero eso «puede retrasarse varias semanas», según dijo el fiscal general, Christian Porter.

J., el hombre que demandó a Pell, al cierre de esta edición no se había pronunciado, pero el padre de R., sí expresó que se siente «furioso». «Nuestro cliente tiene el corazón roto, propio de la víctima superviviente que se jugó el cuello al presentarse para contar su historia pero que al final se ha visto vio defraudado por un proceso legal que le obligó a revivir su dolor y su trauma sin ningún beneficio», señaló la abogada Lisa Flynn, del bufete Shine Lawyer.

La duda razonable es el punto central del fallo final que pone fin al caso, cuya acusación se había apoyado fundamentalmente en el testimonio de J., quien aseguró que Pell, entre otras agresiones, lo había penetrado oralmente delante de R.

La defensa del cardenal de 78 años alegó que era imposible que los hechos hubieran ocurrido por, entre otros factores, la falta de oportunidad, ya que el arzobispo de Melbourne estaba siempre acompañado, la afluencia de personas en la sacristía donde supuestamente ocurrieron los hechos era constante y el peso del traje ritual que llevaba habría impedido los abusos.

SATISFACCIÓN EN EL VATICANO / Pell fue hallado culpable por unanimidad en diciembre del 2018 por un jurado popular en un segundo juicio (el primero fue anulado por desacuerdos entre sus miembros) que dio lugar a su sentencia de seis años. Dos de los tres jueces del Supremo del estado de Victoria ratificaron la condena en agosto pasado, pero los magistrados remarcan en su fallo de ayer que «su análisis no se ocupó de la cuestión de si seguía existiendo una posibilidad razonable de que el delito no se produjera».

El Vaticano expresó ayer su «satisfacción» por la absolución y recordó que Pell siempre se había declarado inocente.